- Tuvo una infancia feliz, sus hermanos, sus padres, sus amigos. Le justaba jugar, como a casi todos los niños.

En el colegio era lista, aunque ella siempre decía que no, que solo tenia buena memoria. Y era verdad, era capaz de recordar la lista de los reyes godos, los ríos de España, sus afluentes, las capitales europeas.

También tenia facilidad para recordar los teléfonos de sus amigos, de sus hermanos; no necesitaba apuntarlos.

Creció y por la propia inercia de la vida conoció a un chico muy agradable, la cosa cuajaba, pasaron los años y se casó.

Encontró trabajo y también ahí destacaba por su buena memoria, su educación, sus formas. Era feliz. Cumplidos los 30 tuvo su primer vástago, a los 33 el segundo. Pasaban los años, sus hijos crecían, su marido y ella se cuidaban mutuamente.

Ayudaba a sus hijos con las tareas, los exámenes, hasta que estos se hicieron mayores y empezaron a estudiar en la universidad. Cada uno se fue a una diferente. Los echaba de menos pero la vida es así Al menos sus sobrinos la visitaban, hablaban con ella, estaba unido a ellos.

Pasaron los años, sus hijos se casaron, así que pasó a ser abuela. No los veía tanto como le gustaría, uno de sus hijos vivía en el extranjero y otro en la otra punta del país.

Un día olvidó donde había aparcado el coche, vaya despiste.

Otro día se le quemó la comida, otro despiste.

A sus hijos que fueron a verla en navidades no los conoció, ya no era despiste.

A su marido no lo llamaba por su nombre.

Y ya no recordaba los reyes godos, ni los ríos, ni los afluentes, ni las capitales europeas.

Ya no se levantaba por las mañanas contenta y feliz, ni siquiera quería levantarse.

El cuadro de familia del salón no le resultaba conocido, a veces no conseguía llegar al baño antes de miccionar, ya no había sobrinos, ni hijos, ni marido, ya no había infancia, ni adolescencia, ni sus vecinos le resultaban conocidos.

Solo había oscuridad, solo había penumbra, solo había soledad, ni siquiera había miedo, no lo sentía porque no sentía que nada fuese mal.

No, no conocía a nadie, pero todos sabían quién era ella, era ella, la madre feliz, la esposa abnegada, la vecina simpática, la tía divertida, la, la, la.

Sí era ella y todos lo sabían aunque ella no supiese nada.

Encuéntrenla, encuéntrenla por favor. Encuentren una cura para esa enfermedad. Gasten, estudien, hagan pruebas pero encuéntrenla. Les ruego que lo hagan.

A ver si algún día nadie necesita recordarle quién es. A ver si nadie tiene que decirle a ella quién es ella.

Encuéntrenla.