España, mi país, ni Venezuela, ni Cuba

S.J. UVE


No, no vivo en Venezuela, ni quiero, ni vivo en Cuba, ni quiero. No, mi país es España y me encanta. Me encanta su clima, su gastronomía, sus pueblos, sus costumbres, sus gentes.

Creo que he escuchado más veces el nombre de Venezuela en los últimos meses que en toda mi vida. El término chavismo se ha convertido en ‘trending topic' en todas las noticias y tertulias.

No, no tengo ni idea de qué ocurre en Venezuela, solo sé lo que veo por los medios de comunicación y como recelo de todos… Veo a una gran cantidad de gente hablando sobre temas de los que no ha hablado en su vida. Solo se limitan a decir lo que escuchan por la televisión.

Parece ser que de repente muchísima gente se ha convertido en experto en Derecho Internacional… y estoy seguro de que muchos de ellos no saben ni dónde está Venezuela ni cuál es su capital. No sé la intención exacta cuál es, bueno, puedo sospecharla pero en lo que a mí respecta la política del miedo por lo que ocurre a miles de kilómetros no me afecta. No me afecta lo que ocurra en Venezuela, mi país es España.

En mi país, España, mi patria, sí sé qué cosas ocurren. Lo sé porque vivo aquí, porque veo las noticias, las españolas, porque leo la prensa, la española, porque voy por la calle y observo lo que le ocurre a los españoles, mis compatriotas, porque tengo familia con problemas, como muchos imagino, y todos viven en España, mi país.

Y en mi país, salvo que alguien tenga una opinión distinta basada en hechos y no en opiniones, sobre opiniones no se puede debatir, como decía, en mi país, España, al que quiero sin llevar ninguna bandera en el reloj, ni bandera en la correa de mi perro, etc, en ese país se mueren los españoles, los míos, porque tienen una enfermedad, la hepatitis C, que se cura con una pastilla que no tienen, se mueren…

En mi país, España, cada día se desahucia a españoles que no tienen para pagar una hipoteca a un banco que fue rescatado con miles de millones de dinero público.

En mi país, España, no solo es que haya un porcentaje de parados brutal, sino que muchísimos de los que trabajan no pueden llegar a fin de mes porque cobran sueldos ridículos; ya se les conoce como los precariados.

En mi país, España, durante las crisis los ricos se han hecho mucho más ricos, y no tengo nada en contra de ellos, ojalá fuera yo uno de ellos, mientras que los pobres son cada vez más pobres: no es justo, simplemente no es justo.

En mi país, España, más de 4 millones de españoles no pueden poner la calefacción y pasan frío porque sufren lo que se llama “pobreza energética”.

En mi país, España, la Defensora del Pueblo, en un informe, asegura que el estado de las urgencias en los hospitales es tan deplorable que muchos españoles mueren sin que tuviesen que haber muerto.

Claro que España, mi país, tiene cosas buenas, muchísimas; no todo es malo, evidentemente. Pero ya sea para lo bueno o para lo malo, este es mi país, España. Lo que ocurra a miles de kilómetros de aquí me importa muchísimo menos de lo que ocurra aquí, infinitamente menos, porque primero me preocupan los míos, los de aquí, los españoles, los de mi patria.