Parece, ojalá me equivoque, que se avecinan malos tiempos por culpa del dichoso virus este que nos está cambiando la vida a todos.

Pocas o ninguna vez hemos dudado de que no hay nada más importante que la salud. Y ciertamente no lo hay, pero cuando se produce un descalabro económico de tal calibre, donde miles y miles de personas ven como sus trabajos y sus fuentes de ingreso se evaporan, lo que se preguntan muchos es si no es peor morir de hambre (estoy llevando el concepto al extremo), que morir por el Covid 19. Personalmente opino que el debate salud/economía no se sostiene, pero bueno.

Ciertamente, el ser humano tiene la capacidad de tapar en su mente todo lo que le produce dolor y espero que algún día recordemos toda esta pesadilla como una "anécdota". Claro, que para los miles y miles de fallecidos y sus familiares más todos aquellos que han perdido su trabajo, difícilmente podría quedarse toda esta hecatombe en "anécdota".

Yo me quería centrar en el aspecto mental, psicológico de todo este asunto. Dicen los que saben de esto que la actitud ante un problema es fundamental a la hora de resolver o de sobrellevar dicho problema, hasta el punto de que algunos médicos hablan incluso de los milagrosos efectos de mejorar, incluso pacientes con enfermedades mortales, la salud con una actitud positiva.

Ante lo que se nos viene encima, o eso parece, y si ya de por sí la vida no tuviera suficientes obstáculos, idas y venidas, imprevistos, etc, ahora, además, hay que intentar lidiar con esta terrible epidemia que nos está desgastando a todos.

Si es verdad que la actitud es tan importante, yo les ánimo a que practiquen esas buenas actitudes; que intenten...ser positivos, que no se hundan porque pueda ser que haya personas que dependan de ustedes, que expresen sus sentimientos, que pidamos todos ayuda si la necesitamos, que nos acordemos de que siempre hay alguien que nos quiere, que lloremos si nos sentimos mejor, que busquemos toda la ayuda posible donde sea, que no nos dejemos llevar por comportamientos que nos alivien a corto plazo pero nos perjudiquen a medio y largo plazo, que seamos fuertes en la adversidad, que pensemos que el amor por nuestros padres, hermanos, hijos, parejas, amigos, jamás podrá ser menor que el desánimo y el desaliento.

Sí, ya sé que decir la cosas es fácil, y que en función de las circunstancias de cada uno, las cosas pueden ser más o menos llevaderas.

En resumidas cuentas, a ver si somos todos capaces de pensar que que no hay mal que cien años dure y que siempre llegan tiempos mejores.

Ánimo.