Cabalgata de Reyes 2023-12
Un Baltasar 'pintado'.

A eso de las 3 de la madrugada, mientras dormía plácidamente, me despertaron unos ladridos de León que a su vez dormía plácidamente sobre mi hombro.

Escuché unos ruidos livianos y vi pasar unas sombras hacia el salón. Muerto de miedo, y pensando que eran unos ladrones, grité que se habían equivocado, que el vecino pudiente era el del sexto.

Como no hubo respuesta me planté temeroso, más que León, en el salón y ahí estaban, 4 individuos, los 3 reyes magos y una cuarta persona de aspecto blanquecino, escuchimizado y pelirrojo.

Así que, sin más, me dijeron sus majestades que me traían el balón de fútbol que pedí por reyes, añoranza de tiempos pretéritos.

Les pregunté ofendido que cómo sabían que yo había pedido eso y que si sabían que los podía denunciar por la ley de protección de datos. Pero mi sorpresa fue aún mayor cuando miré hacia la esquina y allí estaba, una bicicleta estática.

Les espeté que cómo se les había ocurrido traerme dicho regalo si yo no había pedido nada. Así que Baltasar, negro auténtico y no pintado, me dijo que había sido cosa del muchacho blanquecino. Yo les dije que, como siempre,  las culpas para el paje, a lo que sus majestades me respondieron que no era ningún paje, que era el algoritmo de Google.

El pobre muchacho, con voz lánguida, me comentó que había sido cosa de Alexa, que una vez me escuchó hablar de la bicicleta.

Yo le dije que para nada, que fue un día, tras intoxicarme de turrón negro de Suchard y turrón de café de Lacasa,  que comenté para mis adentros que tras las fiestas me compraría una bici estática.

Ofendido, les dije a los reyes que ya podían llevarse el regalo y que cuando me levantase no quería ver aquello allí.  Se miraron los cuatro con cara de cansancio y entonces lo entendí, la bici no cabía en el ascensor y vivo en un octavo. No me ablandé, la dignidad es más importante que una tradición obsoleta y arcaica, así que me fui a la cama sin más y me quedé frito enseguida.

Cuando me desperté , descansado y con ganas de desayunar, escuché los lamentos de mi mujer en el salón.

Fui a verla y le pregunté que qué le pasaba.  Me dijo, con cara de pena, que había pedido una bici estática a los reyes magos y que no le habían traído nada.

Ni en los reyes magos se puede confiar ya...incompetentes.