Y paz a los hombres de buena voluntad

S.J. UVE


Terminó el 2018 y empezamos el 2019. Como siempre nos plantearemos retos, objetivos, propósitos, metas, deseos.

Un ano que vendrá cargado, seguro, de situaciones conflictictivas, problemáticas, complejas, tanto a nivel individual como a nivel social.

Un año donde el empleo, la inmigración, la política en general, Cataluña en particular, los desafíos europeos, etc, ocuparán, sin duda un lugar preferente.

Si me permiten una licencia, quería simplemente hacerles público algún que otro deseo para este nuevo año.

Dado el nivel de crispación generalizado que he percibido en el 2018, casi siempre con la política como denominador común, donde amigos, familiares, conocidos, han llegado incluso a deteriorar sus relaciones, mi deseo para este año, amén de la siempre omnipresente salud, es precisamente ese, que los niveles de crispación disminuyan.

Me gustaría que el tema de Cataluña no dividiese a España en bandos. Ojo, no entro en el fondo del asunto. Volver a situaciones de violencia, enfrentamiento, confrontación, entre ciudadanos por lacitos, banderas, ideas, anhelos de algunos, no es nada aconsejable, sobre todo porque en estas situaciones siempre pierden los mismos.

Me gustaría que no viésemos a los inmigrantes como una amenaza, como delincuentes, como personas que vienen a robarnos algo, sobre todo porque no es verdad. Que un número ínfimo de inmigrantes pueda delinquir, no los convierte a todos en delincuentes. Igual que cuando eta mataba, no todos los vascos eran asesinos...Personas, ni más ni menos, personas, buenas, regulares y malas.

Me gustaría que la política no enfrentase a los ciudadanos, o al menos no hasta el punto de llegar a la violencia, respetar siempre el punto de vista del otro y agotar todas las posibles vías de diálogo en cada asunto.

Me gustaría que no muriese asesinada ninguna mujer, ni ningún niño/a, ni ningún hombre, por violencia doméstica, de género o como queramos llamarla.

Que fuésemos capaces, sobre todo, de ver a la mujer desde el respeto y el sosiego, que la mujer no es una posesión de nadie, que la mujer no es la enemiga que presenta denuncias falsas para arruinar la vida de sus parejas (que alguna habrá, como todo en la vida), y que seamos capaces de ver desde el sentido común que los hijos no son moneda de cambio de nada, ni un arma con la que chantajear al otro/a.

Si no somos capaces de educar en el respeto por los demás y en el diálogo como manera de resolver los problemas, si no nos implicamos todos en una mejor cultura, con diferentes valores, y hablo de todos: poderes públicos, padres y madres, importantísimos los medios de comunicación, hijos, etc, difícilmente lograremos una sociedad sana.

Y la mejor de las maneras de lograr esto es con el ejemplo, el ejemplo individual de cada uno de nosotros. Plantéese objetivos, retos que le hagan mejor persona y seguro que el ejemplo de muchos consigue mucho más de lo que usted cree. 

Si habla con respeto, si recoge lo que tira al suelo, si escucha activamente a su interlocutor, si no se cuela en la cola del súper (pasen por orden de cola...), si cede su asiento en el bus, si es capaz de aceptar sin violencia que las relaciones pueden acabarse, si cede el paso cuando va en el coche con su hijo a los viandantes, si no juzga a una persona simplemente por sus ideales, si, si, si..., seguro que logramos un lugar mejor dónde vivir.

Feliz año.