El barrio de Gamonal ha amanecido este jueves sin retenes ni concentraciones vecinales por primera vez desde que comenzaron las protestas contra la construcción del bulevar de la calle Vitoria.

Mientras en el «Savoy» continúan las obras de reforma pensando en su reapertura os confesaré que todos y cada uno de los personajes habituales, y muchos de los que son sólo transeúntes, tienen mucho que ver con mi vida o con personas a las que traté y para bien o para mal significaron algo en mi existencia. Aunque se pone los sombreros que alguna vez llevó mi abuelo paterno, Ernie Loquasto es el reflejo del tipo duro que regentaba un club de carretera a las afueras de Compostela, eso sí, reelaborado para que resulte más literario que el original. En la comisaría de Policía de Santiago conocí a unos cuantos inspectores que al combinarse arrojan como resultado el perfil áspero y sentimental del detective Artie Fuller, en cuya personalidad incorporé el recuerdo de un veterano sargento de la Brigada de Información de la Guardia Civil cuya envergadura me sirvió para que el policía del «Savoy» resulte tan aplomado y corpulento que si se sienta más tiempo del debido es para que por su exceso de peso no se le salgan los pies del calzado. En cuanto al viejo Giacomo Pavesse, fundador del club y fallecido hace algunos años, se parece mucho al escéptico y reflexivo propietario de un cabaret en el que un pianista como el Larry Williams del «Savoy» tocó muchas noches para mí algunas de esas melodías que a los tipos sentimentales y solitarios tanto nos ayudan a creer que todavía hay sitios en los que incluso anochece al amanecer, lugares, amigo mío, en los que cualquiera sabe que una victoria sólo es la manera menos dolorosa de perder cualquier guerra. A ese cabaret fui muchas madrugadas acompañado en mi coche por un veterano y escuálido delincuente al que los estragos de la heroína le habían estampado desde joven en las arrugas de la cara las escalofriantes culeras de la muerte; un tipo infame y descreído, manos de amianto y aliento despoblado, como ese Giacomo Fidanza del Savoy al que le sienta como una carpeta el traje. ¿Y Kate Sinclair? ¿A quien se parece la veterana escritora de éxito retirada en ese lugar de la costa al que sólo llegas si tienes la inmensa suerte de perderte? ¿Es su vida, como dice ella, la indeseada consecuencia de no haberse atrevido a ser como la corista Terry Shelton? ¿Y quién fue mi Terry Shelton real? Os lo diré mañana, contando con que anochezca al amanecer...