Rezumaban un cierto aire de nostalgia las gradas del Emirates, todavía compungidas por
la marcha de su hasta ahora capitán, Cesc Fàbregas, y pobladas con numerosas muestras de afecto hacia el catalán. Un futbolista tan capital en el engranaje
gunner durante los últimos años que, a las primeras de cambio, en el primer ensayo sin él, el juego del Arsenal chirrió por los cuatro costados. Se impusieron los de Arsène Wenger al Udinese por la mínima (1-0, en la ida de la última ronda previa de la
Champions), pero no pudieron maquillar el vacío que ha dejado el
4 en el equipo, que acusó sobremanera su ausencia a la hora de elaborar del juego y encontrar la red.