Muamar el Gadafi, un apestado para la gran mayoría de los Gobiernos, conoce cómo funcionan los entresijos de la diplomacia mundial. Pasan lo días y los países con poder para frenar la campaña armada del dictador libio se recrean en sus deliberaciones. Estados Unidos elude aparecer como el impulsor de otra operación militar en una nación árabe, y la Unión Europea muestra su incapacidad para ir más allá de sanciones económicas. Gadafi saca partido de la coyuntura y se hace fuerte. Las pequeñas ciudades petroleras del oriente de Libia
caen una a una, y las tropas del tirano acorralan a marchas forzadas a Bengasi, la ciudad donde nació la revuelta hace un mes, después de una semana de lucha en un frente de batalla estático. Los rebeldes están en retirada. Al borde de la rendición.