El de Valladolid es un festival que posee algo fundamental para convertirse en uno de los grandes: que el público llena las salas. Pero, como todos, tiene también su lado negativo: que en la sección oficial, como otros, incluye películas de las que, por la hora de proyección y el poco número de pases que de ellas se programan, se puede augurar que no poseen mucho interés. Valladolid lo ha dejado claro con la proyección de «Amreeka», escrita y dirigida, sin saber hacer ninguna de las dos cosas, por Crehien Dabis. Es mala de verdad, ñoña e inútil. Por su parte, «Paco» se trata de una cinta argentina de Diego Rafecas, y, durante una hora, engancha. Está protagonizada por numerosos personajes, con sus historias, sus pecados y problemas políticos, y se desarrolla en un centro de desintoxicación. Luego todo se encamina hacia un final felicísimo. Puro oropel. Curiosamente, tras la proyección el público aplaudió. Y creo que merecía menos aplausos que «Castillos de cartón», de Salvador García Ruiz, con guión de Enrique Urbizu. Basada en la novela de Almudena Grandes, es la historia de un trío. Uno no liga nunca, el otro es impotente y la chica, frígida. La película es más que digna, y si algo destaca es la buena interpretación de los protagonistas, entre quienes está Adriana Ugarte. Está bien realizada, aunque deja sin apurar escenas prometedoras e incluye elementos innecesarios. Fue la más digna y la mejor de ayer.