La cerveza es la bebida alcohólica más antigua y de mayor consumo en el mundo. Ahora, científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona han liderado un estudio que analiza diferentes marcas de cerveza gracias a la aplicación de un nuevo concepto en sistemas de análisis, conocido como lengua electrónica, que toma su idea del sentido humano del gusto. "El concepto de lengua electrónica consiste en utilizar un conjunto de sensores genérico, es decir con respuesta general a los diversos compuestos químicos implicados, que generan un variado espectro de información con herramientas avanzadas de procesamiento, de reconocimiento de pautas o incluso redes neuronales artificiales", explica Manel del Valle, autor principal del trabajo.

En la barra de un bar, al ver cómo se derramaba la espuma de una cerveza después de que alguien hiciera la broma de golpear el cuello de una botella con la base de otra, varios investigadores de la UC3M iniciaron una discusión.

Cada vez que la canciller alemana, Angela Merkel, acude a una celebración, es un indudable foco de atención. Lo que no esperaba el pasado miércoles era serlo por terminar bañada, literalmente, en cerveza. 

La Academia de Cine acogerá este jueves una reunión en la que se buscarán acuerdos para sacar adelante la 'ley Sinde', con la participación de su presidente, Alex de la Iglesia, y representantes de las asociaciones de internautas.

La oferta es tan amplia como sugerente: acristalados rascacielos donde disfrutar de una cerveza (bebida nacional) en las alturas, un pintoresco centro histórico, una contundente oferta museística y un genio celebérrimo, Goethe, al que seguir la pista por el callejero (por ejemplo hasta su casa natal, hoy uno de los museos más visitados de la ciudad). Tenemos también un río omnipresente, el Main, que permite realizar excursiones fluviales, y hasta un exótico y vigoroso palmeral: visiten el jardín botánico, una extravagancia vegetal teniendo en cuenta la latitud de la urbe.

Pero vayamos por partes. El río Main puede ser el mejor guía turístico. Siguiendo su curso llegaremos hasta el barrio antiguo, la catedral, el centro moderno y, cómo no, el embarcadero, origen y destino de cualquier travesía en barco. Pasaremos por delante de la Main Tower, un rascacielos inconfundible formado por dos edificios siameses, uno de planta redonda y otro cuadrada. Es el único con terraza en las alturas, por lo que no hay que renunciar a tomar una cerveza con vistas al particular Manhattan (Mainhattan, dicen aquí, en honor al mencionado río) europeo.

De su centro histórico destaca la plaza Römerberg, cuyos edificios fueron reconstruidos en 1986 a imagen y semejanza de los originales, destruidos en la Segunda Guerra Mundial. Tengan en cuenta dos detalles. Se encuentran frente a la fachada más famosa de Fráncfort, formada por tres casonas patricias que datan del siglo XIV y donde se aloja el ayuntamiento. El otro punto de interés está al sur de la plaza: aquí se encuentra la antigua iglesia de San Nicolás, cuyas campanadas, en una plaza como ésta, contribuyen a crear esa sensación de ciudad acogedora y entrañable que aún se respira en una de las principales capitales financieras del mundo.


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