Tras haber negado durante meses la urgencia de acometer en España una profunda reforma laboral, los dos sindicatos mayoritarios se mostraron ayer, por primera vez, dispuestos a negociar con los empresarios un nuevo marco legal que ayude a luchar contra unas cifras de desempleo que ya se encuentran cercanas al 20%. Los secretarios generales de CC OO y UGT apuntaron este cambio tras pactar con la patronal un acuerdo de negociación colectiva para los próximos tres años. Se trata de un primer acercamiento, que debe llevar a los responsables sindicales y empresariales a afrontar desde el realismo y sin demagogias una crisis, la del mercado laboral en España, que ahoga a un número creciente de familias y que sitúa a nuestro país a la cabeza de Europa en tasa de paro. Frente a la inoperancia de un Gobierno que se lava las manos, los agentes sociales deben estar a la altura del desafío y adoptar las medidas excepcionales que una situación excepcional requiere. Una reforma laboral que, sin poner en riesgo los derechos de los trabajadores, actúe como dinamizador del mercado, reactive la economía y aumente la competitividad es más sensata y eficaz que la política de gasto público sin fines productivos a la que Moncloa permanece abonada desde el inicio de la crisis.