Ecologistas y grupos de vecinos de Barakaldo denuncian ante las autoridades europeas que el agua que llega a sus casas está contaminada por lindano, una peligrosa sustancia tóxica heredada de su pasado industrial
"No creo que sea necesario elegir entre morir de sed o envenenado. Aquí hay más recursos", dice con voz firme el ecologista Javier Vázquez. Son poco más de las tres de la tarde en la localidad vizcaína de Barakaldo, y en miles de viviendas los grifos de las cocinas están abiertos. Para muchos, ese hecho tan simple y cotidiano constituye una grave amenaza a la salud: de acuerdo a las advertencias lanzadas por conservacionistas y asociaciones vecinales, el agua que sale de las tuberías proviene de un embalse contaminado por lindano, una peligrosísima sustancia tóxica que nadie debería beber.
