granito

Nadal es de granito

Retumban The Clash. Suena también Survivor. Sobre la cancha flota el humo, vibran los aplausos y se sonríe Kylie Minogue, una de las grandes divas de la música. El ambiente es de gran concierto. Hay un impresionante estadio abarrotado. Nada de eso, sin embargo, enturbia el ánimo de Rafael Nadal cuando ya se encuentra con algo más que su morena piel vendida: cede por 3-6 y 1-2 ante Andy Roddick, el número ocho mundial. Cae el número uno, roto el guión por el agresivo estadounidense. Negras las perspectivas. Nadal, sin embargo, es mucho Nadal. Antes de empezar, quizás, vio cómo la pantalla de la pista central se iluminaba con brillos adivinos: Let the battle commence. Que comience la batalla, decía. Para el español, un caníbal competitivo, fue todo un guiño: tras un tenso desempate en la segunda manga que jugó de película, logró por 3-6, 7-6 y 6-4 su primera victoria desde que la Copa se juega en la capital británica. Aquí Nadal, aquí Londres. Ambos, público y tenista, acabaron encantados de haberse conocido.

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