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¿Por qué, Jan?

No son buenos tiempos para el matiz, si es que alguna vez lo fueron. Y menos todavía ante personalidades tan arrebatadoras como la del expresidente del FC Barcelona Joan Laporta. Ello explica las reacciones que se sucedieron en las horas siguientes al caso Uzbekistán y los 10 millones de euros que Laporta confesó haber ingresado. Sus contrarios no dudaron en encarnizarse con él convirtiendo aquella confesión en la madre de todas sus razones. Mientras, sus partidarios guardaban un silencio atónito remachado por un esclarecedor reconocimiento de ignorancia. Entre el odio sin cuartel y la adhesión inquebrantable existe una posición neutra que permite analizar hechos y comportamientos y, a veces, llegarlos a comprender.

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