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Maj Sjövall: «No entiendo el fenómeno Larsson»

El tánden formado por Maj Sjövall y Per Wahlöö puso patas arriba el género negro europeo. Como hicieran Chandler, Hammett o Simenon, el ciclo novelístico de Martin Beck estaba destinado a desmontar el falso mito del Estado del Bienestar sueco. Ellos  fueron los precursores de la «friomanía» que estamos viviendo en esta década... hasta que Per falleció. Luego llegaría Mankell, y después esa bomba de ventas llamada «Millennium». En medio, varias decenas de autores escandinavos hacen las delicias de los lectores de medio mundo. La mitad del dúo pionero, Maj Sjövall, pasó por  la Semana Negra de Getafe.

-Mankell  les atribuye la paternidad del «nuevo género sueco» y dice que: «Quienquiera que esté escribiendo género policíaco hoy está inspirado en estos autores».
–Entonces nadie hacía novelas policíacas en mi país y las que había emulaban a Agatha Cristie. Por ese motivo, dos periodistas fajados en investigación como mi marido y yo decidimos demostrar cuál era el trabajo de la Policía en nuestra sociedad. Corrían los años de la Guerra de Vietnam y era hora de decirles a los jóvenes que podían leer novelas de género negro modernas. Eran momentos de lucha política y de poca transparencia en cuanto al trabajo policial y deseábamos denunciar la situación de nuestro Gobierno... No podíamos haber accedido a los «entresijos» del día a día policial de no ser por un contacto dentro del cuerpo que tenía de mi época de reportera de sucesos.
-¿Admite que el dúo que formó con su marido fue el inspirador de la novela negra europea actual?
–Me parece que sí, y eso que dejamos de escribir hace mucho. También modificamos el estilo, sin una palabra de más, si una coma de menos. Deseábamos que resultase una lectura cómoda y  que no fuese pueril. Casi como una crónica periodística, pero con trama. Desde que murió sólo me dedico a traducir y a escribir cosas que no publico.
-Pienso que a los lectores nos apasionan las novelas policíacas porque ordenan el mundo: los buenos ganan, los malos son detenidos.
–Es cierto, pero no olvides que en la época en que nos embarcamos en la serie de Martin Beck también anidaba en nosotros la idea de poner en solfa el  Estado del Bienestar sueco, que no era tal.
-¿Le molesta que le pregunte por el fenómeno de Stieg Larsson?
–Francamente: no lo entiendo. Vi la película y me leí el primer tomo. Con el segundo ya no pude porque no me gustan los «libracos gordos». Al menos, sí le reconozco el que ha modernizado el género y se ha desmarcado de los estereotipos.


Mankell, un tipo aburrido
–¿Qué le parece que su compatriota Henning Mankell «jubile» a Wallander en su última entrega?
–Me parece perfecto. Ya le había llegado la hora. Wallander como personaje me parece gris y anodino, al igual que Mankell, para mí un novelista aburrido y sin sentido del humor.
-¿Y cuál es su opinión sobre el aluvión de novelas «boreales», sobre todo  escritas por mujeres?
–No lo entiendo, la mayoría son muy malas, están escritas con un lenguaje pobre e innovan poco.

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