maneja

La mujer que maneja la gran excavadora

En el callejón donde yacen los restos de lo que fue la Escuela Tecnológica Sainte Trinité, una enorme excavadora hidráulica de color amarillo blande su pala como quien mueve un florete. El conductor parece empeñado en doblar a golpes y empellones el amasijo de hierros para dejarlos apartados a un lado de la calle. La máquina se mueve hacia delante y hacia atrás con una rapidez insólita para su tamaño y peso, lo que mantiene a raya y alerta a una pléyade de buscadores y curiosos. Esperan a que concluya el trabajo de la jornada para rebañar entre los escombros alguna pieza inservible. No lejos, en el mercadillo que se extiende junto a las ruinas de la catedral, los vendedores saben obtener ganancia de cualquier cosa. El sol se pone detrás de las casas en ruinas creando hermosos claroscuros. Resulta perturbador en medio de tanta desolación.

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