memento
Opinión

Memento mori

Para qué les voy a engañar, la primera intención fue hablar cómo de tremenda fue, la noche del domingo de marras, la borrachera por ingesta de sufragios. Mi inmediato reflejo había sido el de narrar como la resaca de la derrota, antagónicamente, se materializó en una suerte de orgía del posibilismo y del “adecuatismo” a la cruda realidad. Me pedía el cuerpo contar como todas las formaciones políticas encontraron, en las cifras, el consuelo y el maquillaje necesario para seguir, erre que erre, con su discurso y ello a pesar de los pesares; pero sobre todo me apetecía desdibujar el cuadro de la supuesta victoria de quienes, en pocos días, verán refrendados nombres y puestos de mando en el Boletín Oficial.

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