Ha trabajado para las «más importantes compañías de hoteles urbanos de España». Llegó a la dirección del Eurostars Madrid Tower hace cuatro meses, «tan intensos que ya no recuerdo qué me pasaba antes ni qué hacía justo antes de llegar».

-¿Cuál es el balance de los nueve meses de vida del hotel?
-Muy positivo. Tanto en el ámbito comercial, como en lo que se refiere a las expectativas generadas en la ciudad y en la reacción de todos los segmentos de clientes.

-¿Se cerrará bien el año, a pesar de la situación?
-La ocupación ha cumplido las expectativas planteadas hace cuatro años, cuando se proyectó el hotel, pero los precios medios han bajado un 15 por ciento aproximadamente sobre lo previsto. Éste es el diferencial que hemos de corregir. 

-La situación ha cambiado, pero demanda hay, ¿no?
-Muchísima. La diferencia con hace unos años es que el cliente viene con más ofertas alternativas; los hoteleros caemos a veces en el «subasteo» o «bastanteo» y eso hace que el cliente se aproveche y bajen los ingresos.

-¿Cuál es la principal seña de identidad de este hotel?
-El edificio en sí mismo es un prodigio de la ingeniería: casi 240 metros de altura, todo exterior; un salón de 1.500 metros cuadrados que no tiene ninguna columna; en el restaurante se puede comer a 140 metros de altura, viendo Madrid; estamos en la Castellana... Nadie pensaba hace poco que aquí pudiera haber un cinco estrellas con tantas habitaciones y tantas salas. El hotel es singular, especial y único.

-Son todas magnitudes extraordinarias...
Sí. Dominamos más de 35.000 metros cuadrados, 31 plantas desde el hall y otras cinco más hacia abajo; pasamos de los cien empleados de plantilla media; cualquier día de fin de semana pueden estar hospedadas 700 u 800 personas, dar 500 o 600 desayunos y 1.000 o 1.500 comidas.

-Para Madrid, ¿qué ha supuesto la apertura de este hotel?
-Ha sido un impacto tremendo para el sector, porque carecía de este tipo de oferta tan completa. Ha creado una gran expectativa. De hecho, nuestro cliente mayoritario de ocio es el de Madrid.

-¿Que ha supuesto que Madrid no vaya a ser villa olímpica?
-Nosotros hicimos nuestro pequeño homenaje poniendo a todos los salones nombres de ciudades que albergaron unos Juegos Olímpicos, y ahí está la sala Madrid. Ha supuesto un revés, porque hubiese sido el detonante para devolver el entusiasmo a los hoteleros madrileños. 

-¿Cómo ve el futuro?
-Creo que estamos asistiendo a los últimos momentos malos, de la sosería que persigue a los hoteles, sobre todo aquí en Madrid. El año próximo, España es la capital de la UE, y en Madrid vamos a tener mucho movimiento de jefes de estado, séquitos, asistentes a las distintas reuniones... Con eso, creo que Madrid recuperará la velocidad de crucero que tenía otros años. Luego, el año siguiente tenemos la visita del Papa...

-Tendrá muchas anécdotas...
-Hay una situación que no es habitual, pero sí sorprendente: hay clientes que piden alojarse en la planta más baja posible.  Resulta extraño, pero hay gente que tiene miedo a las alturas.