musas

Y Manzanares citó a las musas al anochecer

La anochecida se filtraba por entre las telas de la cubierta de Zaragoza. Y a esa hora en que el sol se ha escondido, tibio y temeroso de otoño, José María Manzanares citó a las musas del temple, ¡bendita ilusión! Llegó a mi corazón el palpitar de la mano amiga del toreo, y vibré sintiendo su roce. Qué faena más grande y hermosa, qué despacio pasaban los segundos eternos. Manzanares se mecía con el empaque que acuna las embestidas. Reposado, torero, sin violencias ni crispaciones, natural sin imposturas que no le hacen falta, ¡bendita ilusión! Toreaba la panza de la muleta, los muslos ceñidos...
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