Por si le faltara poco al Gobierno, con la economía por los suelos y viendo conspiraciones judeomasónicas a diestro v siniestro, se ha topado con una molesta china en el zapato: su Ministerio de Cultura. Ya ha vivido en propias carnes Ángeles González-Sinde la rebelión de sus masas -los cineastas-, no contentos con la ley que, para más inri, estuvo retenida en Bruselas. Y puede atribuirse esta Nerón moderna el extraño honor de haber incendiado la Red, con los internautas levantados en armas por la ley de Propiedad Intelectual, y ella con un pie más fuera que dentro de la Casa de las Siete Chi...