- viernes 29 marzo 2024
El Pueblo de Ceuta | Márquez: Caballas eleva un rumor a noticia y lo convierte en ...El Pueblo de CeutaCaballas emtió ayer un comunicado de prensa en el que aseguraba que la Ciudad pretende cuadrar los presupuestos para 2012 malvendiendo el Hotel Tryp. El consejero de Hacienda afirma que eso son rumores y suposiciones y que la coalición pretende ... |
El Pueblo de Ceuta | Opinar en Internet sobre una noticia podría costarle 51.900 euros ...El Pueblo de CeutaEn 2008, DB publicó en Internet un comentario sobre una información en la que se hablaba de la incautación de drogas en un barco ceutí. Las referencias que hizo sobre el armador, le han valido la imputación por un delito de calumnias por el que se le ... |
A las puertas del partido ante el CD Alcalá de este domingo en el Murube (una final más), la mejor noticia en el club blanco es, precisamente, la vuelta del jugador sevillano David Cañas.
Noticia: Zapatero declara a «Newsweek» que «Basta con salir a la calle para ver que España no se hunde por la crisis». Cuentos populares: «Había una vez un emperador que estaba triste y sufría totalmente porque, en teoría, eran malos tiempos para su imperio. Había penuria, escasez. Lo días eran largos, duros y difíciles. O eso se afirmaba en los reinos vecinos, habitados por charlatanes, traficantes y mercaderes sin escrúpulos culpables de todas las desgracias que azotaban al reino de nuestro buen emperador. El soberano sufría muchísimo, tanto que era incapaz de concentrarse cuando jugaba a ‘‘Perros y chacales’’ con sus súbditos trabajadores de las caballerizas reales, alegres y rollizos funcionarios. Aunque nadie se daba cuenta de su imperial desconsuelo, dado que sonreía constantemente. Pero es que de joven había hecho un cursillo de autoayuda, terapias alternativas y Reiki que le había dejado tatuada una sonrisa que parecía una lesión incorregible. El monarca, para intentar solucionar los malos tiempos, había ayudado a los ricos. Pero los ricos no estaban contentos. Había ordenado donativos para los pobres. Pero los pobres querían más. ¡Ya no sabía qué hacer…! Nadie se atrevía a confesarle que el país estaba lleno, sobre todo, de gente que no era ni pobre ni rica, ahogada por los altos tributos. Al emperador le parecía que las cosas no estaban tan mal porque, cuando iba de un palacio a otro en su carroza real, rodeado de su guardia de corps y alabarderos palatinos, veía que las calles seguían en su sitio y la gente entraba y salía de las tabernas, como siempre… Además: las ciudades no habían desaparecido y el cielo aún no se había desplomado sobre las aceras. Sus visires, consejeros y procuradores le presentaban datos y cifras sombríos, pero Él se negaba a mirarlos siquiera: ¡Fríos números!, jamás le habían gustado. Lo importante era estar en la calle, ver a la gente, observar sus vidas… Y, pues… La verdad, desde la carroza imperial, las cosas se veían igualitas que siempre».