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«Willy», de pirata a futbolista

MADRID- A «Willy» nadie le ha preguntado por qué está en «Los Rosales». Una regla no escrita de este centro de menores dice que no se debe interrogar a un interno acerca del delito que le llevó al encierro. Tampoco el pirata podría explayarse demasiado. «Abdu Willy» no controla el idioma y apenas se defiende en inglés.
Lleva poco más de una semana bajo la custodia de la Comunidad de Madrid y todo indica que el dejar de moverse de un lado a otro y cambiar de cama cada poco le ha sentado bien al joven somalí.
Cuentan que nada más llegar al centro de menores,«Willy», como allí le llaman, explicó que estaba «muy cansado». Se lo dijo a la intérprete que le enumeró los derechos y obligaciones que tenía dentro del reformatorio. Y lo estaba. Los primeros días, «Abdu Willy» durmió y descansó mucho.
El reconocimiento médico que pasó no detectó ningún tipo de enfermedad o problema físico. Él mismo contó a la traductora que, aunque no recordaba el día exacto de su nacimiento, sí sabía que tenía 16 años.
La vida de «Willy» se ha estabilizado en esta última semana, a pesar de las pruebas médicas a las que le han vuelto a someter para averiguar su verdadera edad. En primer lugar, porque ha tenido su propio espacio. Una habitación con baño, una cama, una mesa, una estantería y un corcho para colgar fotos.
«Willy» sólo utiliza la estantería donde guarda la ropa que le facilitaron al entrar en el centro. Un chándal, vaqueros, ropa interior, camisetas y sudadera. También almacena allí sus lecturas musulmanas en las que, según ha podido saber este periódico, el joven invierte cierto tiempo al día.
Su condición de musulmán la hizo saber en cuanto tuvo oportunidad. Al parecer, el pirata somalí tiene apetito y no quería que sus comidas pudiesen contener o consistir en cerdo. De hecho, desde que ingresó en Los Rosales hace una semana, «Abdu Willy» ha  engordado casi kilo y medio. Come bien, está descansado y tiene voluntad, según fuentes cercanas al caso.
Quizá la próxima vez que se enfrente al interrogatorio del juez, el magistrado se llevará una sorpresa porque «Willy» ya chapurrea algunas palabras de nuestro idioma. Recibe clases de vocabulario por las mañanas dentro del programa español para inmigrantes. Y el chico se esfuerza mucho en aprender y en hacerse entender tanto por todos sus compañeros como por sus educadores. No sólo estudia, «Willy» practica deporte también a diario con sus 17 compañeros del centro. Esta semana ha jugado al fútbol y ha participado del resto de las actividades comunes.
Un día normal en la nueva vida de «Willy» es más o menos como sigue. Se despierta temprano, se ducha, ordena su habitación. Es decir, se hace la cama y arregla sus pertenencias. Tras estos menesteres, el joven desayuna con el resto de sus compañeros con los que, al parecer, no ha tenido ningún problema. Todo lo contrario. A pesar de ser el interno más mediático de «Los Rosales», «Willy» se ha adaptado perfectamente al día a día del reformatorio. Luego toca clases de español y fútbol antes de comer.
Después, los internos tienen un tiempo para el ocio personal; «Willy» opta por leer en estos momentos del día. Luego vuelve a esforzarse por socializarse jugando al futbolín o haciendo puzzles. La tele la mira, pero no entiende muy bien el idioma.
En cualquier caso, todo indica que el joven pirata está a gusto y cómodo en «Los Rosales». El sábado que viene cumple los quince días prorrogables marcados por el juez. Puede que varíe su ubicación.
 

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