- martes 23 abril 2024
Un hipermercado ha montado una campaña estupenda contra las bolsas de plástico: No son biodegradables, contaminan y tardan siglos en desaparecer. Es cierto. De hecho, muchos países de Europa ya las han retirado hace tiempo de sus mercados.
Los fabricantes españoles de este producto están que trinan. Contestan que dicho hiper no lo hace por ecología sino por ahorrarse un montón de miles de euros en las dieciséis bolsas, de media, que usa cada familia española a la semana y que ellos regalan. Son muchas bolsas a las semana, ¿no? Por más que las guardemos y reutilicemos siempre acabarán sobrando. Los más pobres o sacrificados las usan para la basura, pero hay que reconocer que es una verdadera incomodidad y que siempre terminas pringado de desechos. Yo creo que las bolsas de plástico, tal como las usamos ahora, son ciertamente un despilfarro contaminante, como tantos otros que cometemos, y que deberíamos poner límites al consumo indiscriminado de plásticos en general. Ahora bien, ¿por qué tiene que pagarlo el ciudadano de a pie? ¿Por qué las grandes superficies no ofrecen bolsas biodegradables? Porque son más caras, claro. Pues, fíjense, no me parecería mal que las cobrasen a un precio simbólico, quizá a la diferencia que las empresas tendrían que pagar entre las bolsas que no son biodegradables y las que sí. Seguro que de esta forma el consumidor miraría más el irse a la compra sin el práctico carrito de siempre o sus bolsas usadas. Lo que no pueden pedirnos, con la vida que llevamos, es que cuando vayamos por la calle y nos acordemos de que tenemos nada para cenar tengamos que llevarnos los filetes en la mano. Tampoco estaría mal que el gobierno hiciese más campañas de educación ciudadana. Por la tele, que es lo que ve todo el mundo. La buena educación de uno es salud para toda la tribu.