remata
edar depuradora
Casi 13 millones

ACEMSA no remata la adjudicación de la gestión de la EDAR a CADAGUA y ACC

Sólo se presentaron 2 competidores. La oferta mejor valorada es la más cara en lo económico (12,79 contra 12,49 millones sobre un techo de licitación de 15,58) y ha obtenido en total una valoración de 97,08 sobre 100 puntos. La diferencia la hace en la parte del concurso cuya valoración no es automática sino en "criterios basados en juicios de valor". La empresa municipal no ha entregado los criterios de valoración de las ofertas a los miembros del Consejo que han de ratificar la propuesta de la Mesa de Contratación

Castella remata en Otoño

- Las Ventas. 3ª de la Feria de Otoño. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y juego. El 3º, un gran toro. Lleno de «no hay billetes».
- Julio Aparicio, de catafalco y azabache, estocada (silencio); estocada (silencio). 
- Morante de la Puebla, de nazareno y oro, media atravesada (silencio);  pinchazo, media, descabello (pitos).
- Sebastián Castella, de azul marino y oro, estocada (dos orejas); media, aviso, cuatro descabellos (saludos).


Castella venía a por todas, como si la temporada no le pesara en este Otoño que reniega del frío. Y si la espada no se alía con el enemigo en el sexto habría paseado el francés tres orejas en este Madrid de fiesta a pesar de que Río le arrebatara las Olimpiadas un día antes. Ni una imagen del toreo llevaron de Madrid a Copenhague en ese tren lleno de ilusiones con vuelta de sueños rotos. Quien sabe si repuestos, Las Ventas se llenó, el «no hay billetes» colgaba de las taquillas abanderando una Fiesta que en  este Madrid auténtico late. Y se rompió tras la estela del francés Castella, hermanadas culturas que no se avergüenzan.
Roto a embestir
Era «Ventanero», de Núñez del Cuvillo, un huracán de movilidad entregada, roto a embestir humillado, sobre todo por el pitón izquierdo.  Castella se gustó primero por chicuelinas, justo antes de que Curro Molina y Gómez Fernández se desmonteraran tras parear. Vio clara la escena el francés y en el centro del ruedo esperó esa arrancada tan vibrante para encadenar tres pases cambiados por la espalda  intercalados con un inspirado pase de las flores. Le presentó Castella la zurda, sin más historias, y cuajó una tanda de naturales extraordinarios  ante ese universo de embestida que parecía no terminar nunca. Era plena la entrega. Cambió de mano y tuvo menos rotundidad en lo fundamental. Con los naturales de antes merodeando en la retina, nos dejó Castella un recital de derechazos sin moverse del sitio, que transmitieron una barbaridad. Pero esa barbaridad dejó un vacío de naturales soñados, como hizo en la primera parte de la faena, pero no volvieron nunca jamás. Pena, lo que no se da se pierde. Tras la espada se fue y el delirio resultó colectivo. Y el gran toro mereció mayor reconocimiento.
Estuvo bien con el capote en el sexto e importante con la muleta. El comienzo de faena, por estatuarios al estilo del mejor  José Tomás. Tan apretada estaba la cosa que al tercer pase, le movió los pies de la arena y le obligó a rectificar. Pulseó perfecto el engaño y  a fuerza de eso ligó y ligó los muletazos en tandas de mérito. El toro era bueno, pero había que dejársela puesta y tirar de él. Se amontonó después y antes de salir del entuerto tiró Sebastián Castella por el arrimón, vía péndulo, y un par de circulares como peajes, que puso la plaza a sus pies.    Quizá demasiado pronto para ese lío, pero... La espada cambió el sino, mas la tarde era suya.
 Morante apenas dejó algún lance airoso con el segundo y dos chicuelinas monumentales.  Estaba el toro descompuesto, violento y sumó el torero la más de los pases tropezados. Menos tiempo perdió con el quinto.
Aparicio estuvo a la defensiva con el primero, que se defendió y ausente con el cuarto.  Cuando quiso hacer en el sexto el quite del perdón, le abroncaron, pero la media que dejó tuvo regusto. Nada más. Entre uno y otro, abreviamos, casi récord: una hora y cuarenta minutos.


CARTEL DE HOY
Toros de la ganadería de Victorino Martín para los diestros José Luis Moreno, Diego Urdiales y Sergio Aguilar.

Gerrans remata una escapada con Vinokourov

Ciclismo

El australiano Simon Gerrans, del Cervélo, conoció la alegría de la huerta al imponerse en Murcia en la décima etapa de la Vuelta, que desde Alicante cubrió un recorrido de 169,5 kilómetros, una jornada de transición que permitió a Alejandro Valverde llegar a casa vestido con el jersey oro, para deleite de sus paisanos.

Gerrans, de 29 años, reciente campeón del Gran Premio de Plouay, no consiguió una victoria cualquiera en la meta de la Avenida de Miguel Indurain. Cuando alzó los brazos imponiéndose en un reducido esprint de cuatro corredores, se unió al club de ciclistas que cuentan en su historial con victorias en las tres grandes. En el Tour ganó en Prato Nevoso (2008) y en el Giro en Madonna de San Luca (2009).

Un esprinter solvente en la montaña. El ciclista de Melbourne fue el más poderoso en la inmensa recta de llegada e impuso su velocidad por delante del canadiense Ryder Hesjedal (Garmin), del danés Jacob Fuglsang (Saxo Bank) y del kazako Alexander Vinokourov, quien reapareció en escena tras su aciago paso por la montaña alicantina. Trató de sorprender a sus compañeros de fuga, pero no mostró su capacidad de antaño. El grupo de los favoritos entró a 3.42 minutos del ganador, por lo que Alejandro Valverde conservó sin problemas el jersey oro.

Sin cambios en la general, en un día de calor, donde se cumplió el guión previsto, el establecido hasta la llegada de la montañas andaluzas. El líder del Caisse D'Epargne saldrá el miércoles camino de Caravaca de la Cruz con 7 segundos de ventaja sobre el australiano Cadel Evans y 36 sobre el holandés Robert Gesink, los inquilinos que componen de momento el podio de la Vuelta.

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