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Hace algo más de cien años, el Ayuntamiento de Madrid aprobó un ambicioso proyecto para prolongar la calle Preciados firmado por un tal José López Sallaberry y su socio Francisco Octavio Palacios. La propuesta preveía la apertura de tres grandes avenidas en medio del entramado de callejuelas del centro: las calles de Eduardo Dato, la Avenida de Pi y Margall y la de Conde de Peñalver. A pesar de todo, y tras otra retahíla de nombres fruto de la batalla ideológica del siglo pasado (avenida de la CNT, avenida de la URSS y avenida de José Antonio), la nueva arteria del centro de la capital se qued...