No se cansan nunca, trabajan las 24 horas del día sin detenerse para comer ni echar un pitillo con los compañeros, son puntuales como un reloj y eficientes como una máquina, no incordian pidiendo aumentos de sueldo y jamás harán una huelga. El único inconveniente es que no son de carne y hueso, sino de metal y cables. Pero con unos «currantes» así de disciplinados, ¿quién quiere costosos y conflictivos empleados humanos?
Corren malos tiempos para los trabajadores por los recortes salariales y las reducciones de plantilla que ha traído la crisis. Una nueva «revolución industrial», como la que c...