El paseo que a continuación se describe es perfecto para completarlo en bicicleta. Montar en bici no se olvida, así que no hay excusa. Una hora de camino desde el principio hasta el final. Poco tiempo, trayecto sencillo; no se trata de ninguna etapa del Giro, así que no hay excusa. A pesar de que esta ruta, incluida en el programa oficial de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, lleva como nombre «Vía verde del Alberche. Garganta de Picadas», el futuro visitante descubrirá también los más llamativos lugares de la senda antes de alcanzar el bloqueo de aguas del río.
Sin duda, la mayor atracción de este paseo que va desde San Martín de Valdeiglesias hasta Picadas, pasando por Pelayos de la Presa, es la historia de España que se desprende de cada uno de sus rincones. Las antiguas estaciones de ferrocarril de ambos pueblos y los raíles obsoletos fueron testigos mudos de los meses pre-bélicos en los que una futura línea férrea recién diseñada e iniciada intentaba unir Madrid con Arenas de San Pedro. Con la Guerra Civil todo pasó a segundo plano. Por otro lado, San Juan y el mismo embalse de Picadas son la pura herencia de la política hidrológica de Franco (a su vez heredada de proyectos previos, nunca desarrollados), llevada a cabo por miles de presos políticos del régimen.


Cómo ir


En transporte privado se puede alcanzar la zona abandonando la A5 en San José de Valderas y tomando la M-501. Aunque mejor ir en transporte público. Los autocares de la compañía Cevesa llegan hasta allí partiendo de Príncipe Pío. La estación de San Martín de Valdeiglesias es el punto de salida. Un camino señalizado con hitos azules conduce al vecino municipio a través de seis plácidos kilómetros caracterizados por la presencia de pinos piñoneros, encinas y águilas imperiales. Entre tanto, el excursionista conocerá el Monasterio de Santa María la Real y superará ya los dos pueblos protagonistas.
Es exactamente ahí, una vez sobrepasado Pelayos de la Presa donde surge de repente el embalse de San Juan; algo parecido (y sálvense las distancias) a Puerto Banús, Palma de Mallorca o Sant Tropez. Un puerto deportivo inverosímil arrimado a un embalse que sobrevive a medio gas cuando vienen mal dadas. No faltan las lanchas, los mini-yates y los fuera-bordas (algunos encallados en la arena). Es posible disfrutar muy de cerca todas esas embarcaciones, es perfecto subirse al embalse, y casi obligatorio reponer fuerzas en alguno de los innumerables restaurantes «playeros» del puerto.
Justo al lado de esta atemporal fotografía náutica puede el viajero gozar una perfecta visión del curvado curso del Alberche, desde el puente que sigue a la rotonda junto a la gasolinera más cercana al embalse de San Juan. En ese preciso punto el río ha ensanchado y viste traje elegante para la ocasión. Va camino del embalse de Picadas (1952), y eso son palabras mayores.