- viernes 29 marzo 2024
Si no fuera porque lo cuenta la BBC parecería que nos están gastando una broma. La cadena británica da cuenta en su web de hasta dónde puede llegar la voracidad recaudatoria de las sociedades que gestionan los derechos de autor.
La historia tiene miga. Sandra Burt es una es empleada de un supermercado de Clackmannanshire (Escocia) de 56 años. Le encantan los Rolling Stones y cantar. Y es por lo segundo por lo que, sin buscarlo, se metió en un lío. Un empleado de Performing Right Society (PRS), la equivalnete a la SGAE española, escuchó a esta buena señora como cantaba en su trabajo una de sus canciones favoritas y decidió amenzarla con una multa por usar repertorio protegido por la ley sin pagar.
Al parecer, la PRS conminó al dueño del supermercado a principios de años para que abonara la preceptiva licencia si quería seguir emitiendo música en los pasillos de su tienda mientras sus clientes hacían la compra. El propietario del comercio se negó a pagar la tasa, dejó de poner música y a partir de entonces Sandra Burt no dejó de tararear canciones todos los días.
La SGAE inglesa la amenazó con llevarle a los tribunales y pedirle varios miles de euros si seguía cantado. El escándalo que ha generado esta actitud de la PRS forzó a la entidad a rectificar y enviar una carta de acompañada de un ramo de flores la señor Burt. “Usted tiene una voz encantadora y le deseamos buena suerte”.