El culebrón Gürtel comparte protagonismo en Cataluña con el caso Millet, el impune expolio del Palau de la Música. Los datos lo sitúan ya por encima de los 12 millones de euros. Sin embargo, en los últimos días se ha conocido una derivada: el «caso Convergència», el partido que ha gobernado Cataluña durante 23 años. Millet, que ayer declaró ante el juez por primera vez después de autoinculparse por carta, desvió fondos del Palau a la fundación Trias Fargas. En Román Paladino, la fundación del partido liderado por Artur Mas recibió dinero negro. Dicen en CDC que lo recibieron de forma legal, pero la actual dirección del Palau quiere que devuelvan alrededor de 540.000 euros. Dicen que tienen los convenios. En el Palau, no aparecen. Dicen que no tienen nada que ver las donaciones de Millet a Àngel Colom, ahora secretario de Inmigración de CDC. Dicen que lo dedicaron al fomento de la cultura, pero la memoria de la Trias Fargas sólo describe actos del candidato de Barcelona, Xavier Trias. Dicen que han pasado cuentas con la Sindicatura, extremo que ésta niega. Dicen que hicieron lo debido en el registro de Fundaciones, pero los datos desmienten que se cumpliera con tal cometido. Dicen que están al corriente con Hacienda. No pongamos la mano en el fuego, por si acaso. Dicen –ahora– que están dispuestos a negociar el retorno de los fondos. Así lo dijo Artur Mas después de mantener un largo silencio. Mientras, el director de la Trias Fargas, Agustí Colomines, amenaza con tirar de la manta. No concreta acusaciones. Prefiere como línea defensiva el «difama que algo queda». Dicen que todo es legal, aunque sorprende que constructoras adjudicatarias de la Generalitat gobernada por Pujol hayan sido tan generosas con sus arcas. Dicen que no estamos ante una financiación ilegal y que todo está en regla, pero se refugian en la estrategia del silencio y la confusión, lo que no hace más que extender la sombra de la sospecha. No vale justificarse diciendo que el dinero negro lo tenía Millet. CDC lo aceptó. Ahora que sabe de su suciedad debe actuar en consecuencia, o algo olerá mal bajo la manta.