- viernes 19 abril 2024
Posada nació en el seno de una familia torera, quizá por eso su rumbo estaba destinado a seguir los pasos de la familia: «Con mi tío Antonio fue con el que tuve más trato, me dio los primeros consejos, me enseñó a torear de salón y me llevó al campo», dijo en la entrevista que concedió a José Ignacio de la Serna en 2007 para la revista «Tarodelta».
En sus inicios tuvo a su lado al que fue uno de sus espejos y modelos a seguir: Juan Belmonte, que le inculcó muchos de sus conocimientos: «Había que andarle ‘pa´lante’ a los toros. Para ello utilizaba una palabra muy torera, que utilizaban los antiguos y que desgraciadamente hoy se ha perdido: ‘cejarse’ (...) Belmonte aseguraba que para poder con los toros había que comerles el terreno, meterse dentro y permanecer en él».
Con el paso de los años, el sevillano fue haciéndose un concepto del toreo en el que no cabía la palabra temple: «El sentido del temple es un cuento chino que se han inventado del año 40 para acá. Otra cosa es acoplarse a la velocidad del toro. No hay nadie capaz de demostrar físicamente la estupidez que dijo Domingo Ortega, aquello de parar a los toros. Eso es mentira, porque los toros no se pueden parar».
Aunque nacido en Sevilla pronto se trasladó a Huelva donde conoció a Litri, con quien coincidió varias tardes: «Nací en Sevilla y me crié en Huelva, pero no me consideraban ni de Sevilla ni de Huelva. Tampoco Litri nació en Huelva, sino en un pueblo de Valencia y a él sí lo consideraron de allí».
En sus inicios como novillero compartió cartel muchas veces con Litri, que era quien llevaba gente a la plaza, hasta que un día: «Llamó Pablo Chopera para sustituir en San Sebastián a Antonio Chaves Flores (...) El toro que me tocó venía con la papeleta del premio gordo colgada de la punta del pitón. Le corté el rabo. Ahí arrancó mi carrera».
En Madrid siempre tuvo mucho cartel a raíz de la tarde del 4 de octubre de 1951: «Fueron quince muletazos. Note ese ‘runrún’ inconfundible que sólo se escucha en esta plaza. El novillo de Buendía iba a por mí y yo iba a por él. La gente pensó que estaba loco. Pero nada de eso. Le pegué una serie de naturales que hizo rugir a la plaza como un volcán. En el último pase de pecho me derribó y me pegó tres cornadas».
Ese triunfo le sirvió para tomar la alternativa en 1952: «Y seis días después me proclamé triunfador de San Isidro, al cortar tres orejas a una corrida de Galache».
Sin embargo, su carrera se truncó cuando fue herido de mucha gravedad en Sevilla en 1953: «Aquella cornada estuvo a punto de costarme la vida. Me partió la arteria femoral y poco faltó para que llegara desangrado a la enfermería. Aquella cornada acabó conmigo».
Tres años después de aquello, en 1956 decide retirarse de los ruedos: «Me tengo por una persona inteligente y creo que en la vida se pueden hacer otras cosas. Creo que he triunfado en todo aquello que me he propuesto».
Retirado, se licenció en Ciencias de la Información, cosa que no fue muy bien acogida por sus nuevos compañeros: «Entrar en Diario 16 fue como una bomba para todos. Siempre he intentado no hacer daño a nadie, escribir de la forma más objetiva posible y sin acritud».