Toda la profesión escénica sabe cómo
la actriz María Jesús Valdés, una de las más inmensas que ha dado el teatro español contemporáneo, repetía una y otra vez en las últimas décadas que ella había tenido tres vidas. Ayer, esta mujer menuda, bellísima, coqueta, grande entre las grandes, misteriosa, seductora y humilde, pasó a lo que quería que fuera su cuarta y última vida, ya que era creyente, tras fallecer en su domicilio de Raimundo Fernandez Villaverde, en Madrid, a una edad que ella quiso ocultar toda su vida.