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EE UU publica los Papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam

Cuarenta años después se confirma lo que ya se filtró en 1971, que dos Administraciones distintas de Estados Unidos mintieron a sus ciudadanos sobre la guerra de Vietnam. Aquella revelación, que entonces se filtró primero por el diario The New York Times y luego por otros periódicos, queda ahora probada con la salida a la luz de las 7.000 páginas de documentos desclasificados por el Departamento de Defensa denominados Papeles del Pentágono. Excepto por 11 palabras que siguen tachadas y permanecerán desconocidas para el gran público.

Las diferencias entre Afganistán y Vietnam, según la «doctrina Obama»

Obama explicó ayer en 33 minutos su nueva estrategia para Afganistán. Fueron 33 minutos de discurso frente a una atenta audiencia de cadetes de West Point, con toda la solemnidad y banderas que requería la ocasión. Obama reveló la cantidad de efectivos -30.000- que mandará a esa tumba de los imperios donde ya han muerto 849 soldados americanos. Subrayó que la salida de Afganistán comenzará en julio de 2011. Y envió dos mensajes muy claros. Uno para los aliados: "Debemos acabar con éxito esta guerra juntos". Otro para el presidente afgano, Hamid Karzai: "Los días del cheque en blanco han termi...

La guerra de Afganistán se parece cada vez más a un Vietnam para los británicos

La guerra de Afganistán se parece cada vez más a lo que para Estados Unidos fue Vietnam: un conflicto sangriento, impopular y destinado a la derrota. El domingo, miles de personas asistieron en todo el país a los tradicionales homenajes en el aniversario del armisticio de la I Guerra Mundial. La asistencia a la ofrenda floral en el Cenopath, en Whitehall, encabezada por la reina y por los primeros ministros aún vivos, cuadruplicó la de otros años.

Vietnam (y II)

En Cu Chi, a 50 kilómetros de la ciudad de Ho Chi Ming, antigua Saigón, los turistas occidentales pueden visitar 250 kilómetros de angostos túneles subterráneos excavados por la guerrilla comunista del Viet kong para combatir al Ejército norteamericano. Los vietnamitas han acabado convirtiendo en espectáculo todo lo relacionado con la guerra. Sobre estos claustrofóbicos agujeros, por los que hay que andar a gatas o en cuclillas, uno se puede sacar fotos junto a los pozos con estacas o las trampas punzantes de bambú que hacían para capturar enemigos. También en el búnker del ex presidente de Vietnam del Sur, o junto a los tanques, helicópteros y cazas expuestos como trofeos en diferentes puntos de la ex capital. Pero los vietnamitas no hablan mucho de los americanos, que han vuelto al país por la vía de la economía, implantando tiendas, hoteles, restaurantes y hasta clubes de jazz. La globalización es imparable, y la juventud aquí habla inglés para hacer negocios o para atraer turistas. La sociedad de consumo se ha asentado de tal manera que, en las principales calles de Hanói o Saigón, no queda un metro libre para comercios. Se suceden unos tras otros con un afán de ventas que apabulla. La competencia es atroz. Se nota en las carreteras con los «autobuseros». Todo el mundo circula despacio, pero ellos van flechados, corriendo como locos, pitando y a una velocidad endiablada, adelantando sin parar. La razón de tal proceder está en que el que llega primero a la parada siguiente se lleva los viajeros, y cobran más por cuantos más lleven.
La competencia y el capitalismo se han instalado en Vietnam para quedarse. Después de la guerra el país se hundía en el estancamiento y la frialdad de una economía socialista que no dejaba opción a la iniciativa privada. Tras la apertura china, Hanói decidió hacer lo mismo, dando paso a la propiedad. El resultado es espectacular. Crecen por encima del 7 por ciento cada año sin que se note la crisis. La producción industrial es del 13,7. La renta per cápita se duplicó en diez años. Y además extraen toneladas del petróleo «off shore» que los americanos ya atisbaron en los 60. El resultado, una economía que, aunque pobre, es enormemente dinámica, basada en la vieja receta liberal, pero bajo el estricto control de un régimen marxista que en lo político no admite fisuras. Y que justifica el recurso al mercado arguyendo que la economía mercantil no es un atributo exclusivo del capitalismo, sino una conquista de la humanidad.
Bien visto, pues es sabido que lo que la humanidad rechaza son las viejas recetas de la planificación soviética, que fracasaron estrepitosamente tras años de dura imposición. Ahora los comunistas dicen «viva el mercado» porque «no es capitalista». Y dado que los vietnamitas trabajan como chinos, el resultado es explosivo: jornadas de doce o catorce horas al día, fábricas que no cierran ni de noche, edificios que se derriban y otros que levantan para que la producción no cese, etcétera. De ser deficitarios en alimentos, hoy lo que necesitan es más mercado para vender todo lo que producen gracias a una actividad que da vértigo, unos salarios ínfimos y al hecho importantísimo de no tener contestación social ni sindical. Salieron tan destrozados de la guerra que prefieren no hablar de luchas ni enfrentamientos partidarios. Igual que de los americanos. Mejor hacer negocio con ellos.

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