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Vitaminas para ir a Anoeta

L. Adelante

Parece que el Stadium Gal comienza a convertirse en ese campo odiado por los rivales, en ese fortín que tanto ansía Iñaki Alonso, en ese feudo en el que el Real Unión supera todas sus limitaciones para someter al enemigo, en ese vértice en definitiva, sobre el que sustentar la permanencia. Porque este Real Unión, al calor de su gente, poco o nada tiene que ver con la versión que últimamente exhibe a domicilio. Las dudas las transforma en confianza y fe en sus posibilidades, la actitud timorata en valentía y arrojo y, por ende, el fútbol que practica sube enteros, permitiéndole subsistir en una liga extraña, con muchos matices, con muchas peculiaridades. Uno sale cada semana del Stadium Gal convencido de que este equipo tiene muchas cosas para salvar la categoría con holgura, pero una semana más tarde uno no sólo duda, sino que cree con certeza que este Real Unión no da para más. Y todo es negro. Y todo falla. Y hay que fichar no sé cuántos jugadores. Por eso mismo conviene no hacer juicios precipitados al calor de un resultado. La Segunda División es muy larga y de lo firme y sólido que se mantenga este grupo en los momentos malos dependerá buena parte de sus opciones de sobrevivir.

La prueba más clara es el partido de ayer. Un encuentro que el Real Unión encaraba en situación delicada, tras la pésima imagen exhibida en Murcia y con las primeras voces de fondo pidiendo fichajes cuando el mercado aún queda lejos. Precisamente esa fortaleza del grupo, esa fe en sí mismo y esa confianza en sus posibilidades le llevó a doblegar ayer al equipo que mejor balance tenía a domicilio, al rival más temido. Por eso, ahora que las dudas comienzan a pudrir algunos proyectos, conviene tener la cabeza fría y ser más fuertes que nunca.

El viento marca el partido

El partido de ayer estuvo mediatizado por el fuerte viento. Cuando lo tuvo a favor, el Real Unión pareció comerse literalmente al Nàstic, pero cuando en la segunda parte lo tuvo en contra, le tocó sufrir. La diferencia estuvo que precisamente en esos momentos los irundarras supieron rascar en su fútbol para encontrar soluciones básicas, sencillas, pero efectivas.

La primera parte pareció una continuación del encuentro ante Las Palmas. El equipo volvía a mostrar la intensidad y la agresividad que le caracterizan en casa y el Nàstic, aunque pareció querer imponer su calidad, lo cierto es que vio como poco a poco el Real Unión le iba comiendo el terreno hasta meterle en su campo. Eso sí, de vez en cuando soltaba algún latigazo que obligaba a la defensa a mantener la concentración.

El dominio irundarra se fue traduciendo en corners -hasta seis-, remates a puerta -otros seis- e innumerables llegadas al área que únicamente sirvieron para demostrar que, quizá con un poco más de acierto, este equipo podía estar viviendo una situación mucho más desahogada. Además, a la falta de definición se le unió un Rubén Pérez muy acertado que sacó dos manos buenísimas a remates de Markel y Brit. De nuevo el delantero lasartearra fue el más activo de cara a puerta, pero la suerte no le acompaña porque un impresionante zapatazo desde casi 30 metros se fue lamiendo el larguero ante la mirada aliviada del meta catalán. Al Nàstic le costaba pasar del medio campo, pero aún así dio un buen susto con un disparo envenenado de Morán.

El dominio absoluto de la primera parte no pudo mantenerlo el Real Unión en la segunda parte porque el viento soplaba en contra. El Nàstic adelantó sus líneas de forma que a los unionistas sólo les quedaba la opción de sacar el balón jugado para superar la fuerte presión catalana, ya que los pelotazos desde la defensa a duras penas pasaban el medio campo.

El equipo vivió entonces sus peores momentos, pero supo sufrir. Buscó soluciones a sus problemas y a través de las bandas encontró una salida. En una magnífica jugada colectiva Gurrutxaga ganó la línea de fondo para meter un centroal segundo palo donde apareció Goikoetxea, que falló lo increíble rematando alto.

Sin embargo, el de Deba se desquitó tres minutos después con un zapatazo desde el vértice del área que encendió el Stadium Gal, que de ahí al final se volcó a muerte con su equipo para llevarle al triunfo antes del gran derbi del sábado, del partido más deseado en Irún

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