La economía local se ahoga. No, no es noticia. Como tampoco, por desgracia, que desde hace meses se está produciendo una fuga de las principales marcas del textil, que dejan un escenario, si no se echa el freno, casi apocalíptico con todas las miradas puestas en el gigante de Inditex. “Si Zara echa la persiana nos podemos ir todos de Ceuta”, comenta uno de los propietarios de los locales cuyo contrato de arrendamiento con una de las principales marcas ha concluido.

Tampoco es una novedad que Ceuta siga depositando todas sus miradas para hacer caja, o recuperarla, en el país vecino. Quizá no sea la única fórmula viable, pero es la que ha funcionado en los últimos 40 años, y que según han hecho llegar a Ceutaldia cualquiera de los caseros de los establecimientos que ocupaban, o todavía se encuentran, las multinacionales, pensar al otro lado del Estrecho es “prácticamente imposible”. “Necesitamos que suban las ventas, ¿cómo?,  trayendo clientes. Si no existe una subvención importante para que vengan desde la península ¿De dónde se pueden atraer clientes?”, lanza uno de los arrendadores cuya firma todavía aguanta la tormenta de caída en las ventas.

Marruecos, o su turismo, es la clave. No es el motivo específico que alegan las firmas al marcharse, que plantan el único y escueto argumento de “caída en las ventas” y echan la persiana sin margen a negociar, según trasladan los caseros. Lo cierto es que los grandes del textil llevan, como mínimo, un año- desde esa reapertura fronteriza- analizando el mercado local y sus movimientos. Para Inditex, “las ventas no se mantienen”, explica otro empresario con contacto casi diario con la multinacional de Amancio Ortega. “Nos trasladan que las ventas están cayendo en un 60%, y para mantenerse deben ser adecuadas a esa renta que se paga, no solo por el arrendamiento. Sueldos, importación de mercancía, etc.”.

Las ventas no se equiparan a la inversión realizada, ponen sobre el tapete los propietarios. “Una tienda de 1.000 metros cuadrados es demasiado para una población de 80.000 habitantes. Todos estos comercios se establecieron pensando en Marruecos, pero las entradas se han mermado hasta niveles ínfimos que plantean una situación en la que desaparecen los beneficios. El estudio que hicimos hace años arrojaba que si unas 300 personas compraban a diario en la tienda podía ser suficiente para inyectar rentabilidad pero, ahora, según nos comentan, no se llega ni a eso”, destaca otro de los caseros.

Si bien es cierto que algunos operadores se están sentando a negociar una bajada en los arrendamientos como medida esporádica, y una parte del comercio local se está reubicando a esos bajos comerciales- ahora vacíos y antes no disponibles-, tanto inquilinos como propietarios señalan a las administraciones como la llave para revertir la situación y, concretamente, miran a Madrid, en cuanto a sus relaciones y negociaciones con Rabat, iniciadas hace más de un año, y que fluyen más despacio de lo esperado.

“Más allá de regresar a la naturaleza de frontera que antes teníamos (y que cualquiera de los empresarios consultados rechaza) la clave es determinar el régimen de viajeros, que se puedan pasar artículos o compras hasta 150 euros y que, ahora, Marruecos no permite”, señalan. De hecho, ninguno de los caseros que ha aportado su visión duda de que la precisión de esta medida concreta pueda volver a atraer tanto a las firmas que se han marchado como a otras nuevas. 

La hoja de ruta entre sendos países “avanza”. Las relaciones “están vivas”, señalan con ahínco desde Delegación del Gobierno, donde también reconocen que el periodo electoral y la actual coyuntura de un ejecutivo en funciones ha frenado el marco del diálogo.  “El régimen de viajeros está encima de la mesa y tienen que llegar a un acuerdo común. Pero después de un cierre fronterizo, no podemos obviar que es el precio a pagar por una frontera cerrada. Ahora se presenta un escenario diferente y hay que trabajar para restablecer los flujos comerciales”, alegan desde la plaza de los Reyes.

Los pasos son pequeños y a veces hay que forzar la vista, sobre todo cuando cuestiones tan relevantes como las que afectan a la economía ejercen un peso para marcar la cuenta atrás. Más de medio año ha transcurrido desde que la Aduana Comercial iba a comenzar a funcionar. En estos ocho meses tan solo han cruzado dos furgonetas. Y no hay anuncios de nuevos movimientos.

El régimen de viajeros se encuentra en un limbo en el que cada país marca por motu proprio sus condiciones, pero desde Delegación se esfuerzan en pedir paciencia, se manifiestan “optimistas” y arrojan un dato que vierte cierta luz a este momento incipiente que vive la frontera. “Nos consta que en los últimos meses se ha producido un fuerte incremento de personas con visado, es decir, que han tenido que justificar unos medios económicos”.

Se trata, pues, de los primeros frutos a este cambio de 180 grados en el tránsito fronterizo pero en el que la gran metamorfosis apunta a una dilatación temporal más amplia. “El escenario de incertidumbre no es para un mes. Las conversaciones se tienen que asentar. No conocemos los movimientos de las piezas, pero la sensación que tenemos es que se volverá a trabajar y, sin poder concretar una fecha, todos estos asuntos van a echar a andar”.