Desde el primero de la cola, que llegó "a las dos" con solo "un batido en el estómago", hasta los que han movilizado a la familia para la ocasión, todos disfrutaron de las tortitas de cortesía por la apertura de la franquicia en la calle Camoens
Entre el tumulto que se forma en la calle Camoens por la apertura del restaurante VIPS en Ceuta destaca un hombre alto, voz ronca, mochila de caminante. Chris Coughland solo habla inglés, dice que es de Birminghan, "de donde los Peaky Blinders", la conocida serie de televisión. Está en Ceuta porque su mujer, Clara López, que le acompaña, es de la ciudad autónoma. Curiosamente, se conocieron hace diecisiete años merendando en una cafetería de Madrid. La suya es una de las grandes historias de la inauguración del que se perfila como nuevo local de moda en la ciudad, repleto hoy de familiaridad y amistad.
Como buen británico Coughland nunca dice no a unos "pancakes". El establecimiento regalaba seiscientos este miércoles por su apertura y no fallaron a la cita. "Se enteró mi mujer y aquí estamos", resume el hombre. Ella recuerda que fue en establecimientos como este donde comenzó su relación: "Ya sabes, en España tenemos cafeterías, bares y restaurantes para aburrir".
Tras años viviendo en la capital de España la pareja acaba de volver a la ciudad autónoma cansada del ritmo de la gran ciudad. Eso sí, se encuentran ahora con un elemento familiar, el VIPS.
A Andrés López, otro que conoció la franquicia fuera de suelo ceutí, le faltó el tiempo para llamar a su hermana y sumarse a la leve espera por la merienda. "Cuando he ido al de Madrid siempre lo he hecho con mi familia y amigos", sus VIP's ('Very Important Persons'; personas muy importantes), la gente que importa y la que le da el toque familiar al negocio. Le gustan las pizzas y, sobre todo, que haya "cosas sin gluten" para su hermana, que es celiaca.
Tiene especial suerte este ceutí, pues la última vez que fue a un local de la marca también pillo promoción: "Nos dieron unas tarjetas", recuerda.
Cuando él se aproxima a la puerta, Jesús Bañegas ya tiene en la mano su porción dulce. Ha sido "el primero en llegar". Lleva desde las dos aguardando y su estómago le abronca: "Es que solo me he tomado un batido de supermercado", anuncia.
Rápidamente le da un bocado y disfruta. Espera poder ir con sus colegas, eso sí, "si el dinero lo permite", pues se encuentra a la espera de conseguir trabajo.
Más veterano, aunque no mucho, Ali Laarbi también está allí. Esta vez solo, pero tiene claro que la próxima vez irá acompañado de sus hijos, con los que va probando cada una de las franquicias que abren en la ciudad. "Ya sabes como son los niños", explica y sonríe.
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