MEJORAS

Inquietud entre los usuarios por el futuro del parque de perros, el (mejorable) paraíso de sus mascotas

Inquietud entre los usuarios por el futuro del parque de perros, el (mejorable) paraíso de sus mascotas
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Manuel y Apolo en el parque de perros
Medio Ambiente trasladará las instalaciones al otro extremo del parque urbano Juan Carlos I durante las obras previstas. Garantiza que no se quedarán sin las instalaciones y promete que realizará mejoras

Bicho regatea con un amago a su dueño por tercera vez. “Solo cinco minutos más”, parece decir con la mirada. “Cógelo tú si puedes, que a esta hora siempre hace lo mismo, sabe que nos vamos”, pide el dueño al reportero. Bicho, un joven bóxer con un brillante pelaje anaranjado, de mirada noble y puro nervio, se lo huele y vuelve a salir a la carrera, brincando por el parque de perros de la Marina con la boca abierta y la lengua fuera. Si eso no es una sonrisa de felicidad, se le parece mucho.

Es el momento que Bicho espera con ansia cada día. Su dueño, Javi, sale a las ocho del trabajo y baja a su perro hasta la Marina. “Es el único lugar donde puede estar suelto, correr y jugar con otros perros”. Es un bóxer, una raza noble y juguetona que la gente suele confundir con un perro de los llamados “potencialmente peligrosos” —aunque el peligroso suele ser habitualmente el dueño—. El parque de perros de la Marina es su única válvula de escape. “Más ahora en verano que no se puede ir a la playa con el perro”. Aquí puede estar suelto, correr sin ataduras ni miedo al tráfico ni molestar a nadie. Es su paraíso cotidiano. Su humilde paraíso, porque tiene muchas carencias y dista mucho de ser el parque de perros perfecto. Por espacio, por instalaciones, por salubridad, por muchas cosas que se pueden mejorar, apuntan los usuarios. 

“Lo mismo no sabemos nuestros nombres pero el de los perros sí”, se ríe Javi. Y es que se ven casi a diario. La mayoría vienen todos los días que pueden para que sus mascotas puedan disfrutar con libertad de su condición de perros.

Aquí, además, Bicho se encuentra con sus congéneres. Cada tarde juega, corre, salta y se mide con Neo, Apolo, Miel, King, Queen… Los perros de otros ceutíes que, como Javi, vienen a última hora y apuran hasta las diez de la noche, hora de cierre. Son una pequeña comunidad canina. “Lo mismo no sabemos nuestros nombres pero el de los perros sí”, se ríe Javi. Y es que se ven casi a diario. La mayoría vienen todos los días que pueden para que sus mascotas puedan disfrutar con libertad de su condición de perros. Un espacio de libertad que puede estar en peligro, se temen.

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Parque de perros.

La mayoría de los usuarios tienen el mismo temor por el futuro del parque de perros. La feria está a la vuelta de la esquina, una semana en la que se cierran las instalaciones, que durante esos días quedan atrapadas por las casetas y las atracciones. Y temen que se aproveche el cierre para no volverlo a abrir de cara a las obras previstas en la Marina. Y venimos, recuerdan, de dos años de pandemia en los que estuvo buena parte del tiempo cerrado y de seis meses de cuarentena por un foco de rabia. “Lleva abierto solo tres meses”, recuerdan.

Con motivo de las obras, está previsto trasladar las instalaciones al otro lado del parque urbano Juan Carlos I, frente al puerto pesquero, en una zona actualmente ajardinada  pendiente de habilitar para que sirva de parque de perros. 

Desde la Consejería de Medio Ambiente tranquilizan a los usuarios: no se cerrará el parque de perros. Con motivo de las obras, está previsto trasladar las instalaciones al otro lado del parque urbano Juan Carlos I, frente al puerto pesquero, en una zona actualmente ajardinada  pendiente de habilitar para que sirva de parque de perros. 

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Miel (abajo a la izquierda) y Bicho junto a dos humanos.

Yamal Dris, consejero de Medio Ambiente, asegura en conversación con Ceuta al Día que las obras previstas en la explanada de la Marina no supondrán el cierre del parque de perros, que reabrirá en agosto tras el final de la feria. Y garantiza que se apurará el cierre por las obras hasta tener completamente listo el nuevo parque en el que promete que se realizarán mejoras.

Mejoras que tienen muy claras los usuarios: “Este césped está directamente sobre el cemento y esto no fíltra”, apunta una usuaria que viene todos los días con sus tres perros. “El espacio que tiene para perros peligrosos está cerrado con un candado y lo tienen de almacén, con casetas de playa (…) y no es un espacio para perros propiamente dicho y es muy pequeño, no tiene sitio para correr, es como tenerlos en una jaula”, apunta el dueño de Bicho. 

“Y esta acera es un peligro para los perros" —añade otra usuaria apuntando al desnivel del bordillo que separa la acera del césped artificial, con una profunda canalización en medio. “Cuando llueve se llenan de agua con el ‘Zotal’ con el que limpian, se cae la pelota, el perro la coge y es casi como envenenarlos”. “Y la acera esa es un peligro también para los usuarios, que yo casi me mato el otro día”, señala Carlos, otro de los habituales a esta hora que añade otras carencias: “El césped se levanta, hay muchas cosas oxidadas…” 

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“El agua de la única fuente sale siempre caliente, debe estar la tubería muy cerca del asfalto”, apunta el duelo de King y Queen, dos pequeños bulldog francés que son la realeza del parque de perros. “El césped artificial acumula orines y caca y suciedad, es mejor el asfalto mismo, el césped necesita muchos cuidados”, apunta Manuel, que ademas es adiestrador y asesoró desinteresadamente a la Ciudad en la instalación de los juegos, vallas, rampas y obstáculos y él mismo de motu propio ha añadido elementos. 

“Y no hay baños para los usuarios, una chica que estaba embarazada lo pasaba fatal la pobre”. “Y tampoco para los trabajadores, que menos que unos baños portátiles, que son muchas horas aquí, que piensen también en las personas que venimos aquí”.

“Aquí vienen a diario muchas personas, para muchos es nuestra rutina”, explica Jose María, el dueño de Apolo. “Claro—asiente Carlos— venimos aquí y hablamos con uno, con otro y soltamos nuestros perros, que en la calle no podemos hacerlo y con razón”. 

También proponen cambios en el horario. “Hasta este año cerraba a las once de la noche, pero este años nos han privado también de eso y cierra a las diez”, señalan. Un horario que, propone, podría adaptarse al verano teniendo en cuenta que buena parte de las horas centrales del día, cuando el sol cae a plomo sobre la Marina, el parque de perros esta desierto.

En definitiva, los usuarios del parque de perros se sienten “olvidados”, un poco despreciados por la Ciudad a la que inútilmente llevan años pidiendo mejoras. Pero como vuelvan a cerrar el parque de perros es mas que posible que se colme su paciencia. “Aquí vienen a diario muchas personas, para muchos es nuestra rutina”, explica Jose María, el dueño de Apolo. “Claro—asiente Carlos— venimos aquí y hablamos con uno, con otro y soltamos nuestros perros, que en la calle no podemos hacerlo y con razón”. 

Carlos, junto a su perro
Carlos, junto a su perro

Una rutina indispensable para ellos y vital para sus perros. Aquí no solo hacen el ejercicio que necesitan, sino que aprenden a convivir con otros perros y otros humanos. Es su gimnasio, también para su salud mental. “Gracias a este sitio Apolo es como es, un perro tranquilo”, dice José María. “El peor error que hay es no relacionar los perros con los demás, el problema de los perros potencialmente agresivos es ese, el miedo a otros perros”—interviene Manuel, que, como adiestrador sabe de lo que habla.

Y no piden por pedir, están dispuestos incluso a pagar. “Que pongan un impuesto a la gente que tiene perros”, propone Carlos. “En Málaga tiene un carnet de usuario”, apunta José María. “Bueno, bueno, otro impuesto no sé yo, que ya nos cobran por todas partes…”, tercia Javi entre risas.

La esperanza que tienen es que alguna vez, tal vez esta, la Ciudad les escuche y atienda alguna de sus reivindicaciones. Cruzan los dedos para que sea verdad que no van a cerrar ni un día el parque de perros, que saben que las promesas las lleva el viento, y ya puestos que se aproveche el traslado para replantear las instalaciones. Si el consejero necesita ideas, solo tiene que acercarse al parque de perros y preguntar. Le responderán gustosamente.

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José María y Apolo

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