A lo largo de 69 kilómetros, vía submarina, se extenderá un mastodóntico cable que, entre otros, pondrá fin a uno de los principales problemas que adolece Ceuta, los cortes del suministro eléctrico. De media, se producen seis graves al año, y 35 en seis años. Coyuntura endémica y exclusiva que tiene su fecha de caducidad en 2025. Precisamente por eso, y otras tantas bondades que diseñan este proyecto “único en el mundo”, el presidente de la ciudad, Juan Vivas, no ha pecado de vanidoso al definirlo de “histórico”, “relevante”, y “oportuno”.
La interconexión eléctrica con la península que le quitará a Ceuta el cartel de ‘isla energética’, supone para el jefe del Ejecutivo el trazado del verdadero cordón umbilical peninsular que, en su opinión, “reportará enormes beneficios” a nivel local. Económica y financieramente, aunque también, a nivel social y medioambiental. “Es una apuesta por Ceuta y su futuro”, ha dicho el presidente, para quien el proyecto se enmarca en el Plan Estratégico que se está elaborando y el diseño de la estrategia que el mismo pretende para la ciudad autónoma.
Lo “histórico” de esta apuesta estatal respaldada con 221 millones de euros- la mayor inversión pública realizada hasta ahora en Ceuta-, llega para Vivas “por las ventajas que reporta”. Así, además de esos cortes de luz, el presidente ha destacado la bajada de los costes del precio o la menor contaminación, que a su vez repercutirá en el estilo de vida de los ceutíes. No ha obviado, la dimensión técnica y económica “singular” que lo definen, así como su “tecnología de vanguardia”.
Asimismo, el presidente ha vuelto a hacer gala de su habitual diplomacia pública para poner el acento, nuevamente, en el compromiso estatal con Ceuta que se traduce a través del propio proyecto. Con ello, el jefe del Ejecutivo local ha manifestado que evidencia la “solidaridad” del Gobierno central para conseguir la igualdad en el acceso a los recursos públicos por parte de todos los ciudadanos, independientemente del lugar en el que residan.