Debería ser un momento relativamente esperanzador para el colectivo gay de Estados Unidos. No solo
una juez ha declarado inconstitucional la ley que prohíbe a los gais manifestar su sexualidad en el Ejército; también el
matrimonio homosexual es legal en cinco Estados, hay un empate técnico en las encuestas entre entre defensores y detractores de esas uniones, y el presidente Barack Obama firmó el año pasado una ley que equipara homofobia y racismo. Pero esos avances, conseguidos después de tres décadas de activismo, se han visto amenazados en las pasadas semanas por un aumento de la violencia contra los gais y por el uso de la homofobia como arma política.