Comunicación política exterior ¿dónde está?


Comunicación política exterior ¿dónde está?
La Vicepresidente Elena Salgado ha estado en Londres entrevistándose con los poderes fácticos de los mercados financieros internacionales, tras una larga serie de columnas y noticias que han producido pánico en los mercados españoles y han afectado a la calificación de la deuda pública de nuestro país. Ahora no quiero entrar en la credibilidad o en [...]


La Vicepresidente Elena Salgado ha estado en Londres entrevistándose con los poderes fácticos de los mercados financieros internacionales, tras una larga serie de columnas y noticias que han producido pánico en los mercados españoles y han afectado a la calificación de la deuda pública de nuestro país.

Ahora no quiero entrar en la credibilidad o en lo que estos reportajes tienen de profecía autocumplida, sino en las enormes deficiencias que tiene el Servicio Exterior para comunicar y “vender” una imagen de España.

Ahora estamos viviendo la versión económica de un fracaso comunicativo que antes se cebaba con el terrorismo de ETA. Muchos medios europeos trataban los crímenes etarras con ciertas condescendencia y escamoteaban todo adjetivo peyorativo. Incluso había medios, de esos que se tienen por serios, que hablaban de “separatistas” en vez de “terroristas”.

El Estado, independientemente del partido que ejerciese el gobierno, se sentía impotente ante una imagen exterior que no podía modificar de ninguna manera, pese a esfuerzos puntuales y campaña un tanto desesperadas. Solamente los atentados del 11-S, un acontecimiento exógeno, cambió esta situación.

Una de las misiones de las representaciones diplomáticas de España en el extranjero que comunicar una imagen del país, una imagen que sirva a los intereses españoles, además de las otras misiones tradiciones de los diplomáticos como la comunicación intergubernamental, las relaciones con la sociedad del país receptor, la transmisión de información oficial sobre la vida política en el Estado receptor y la asistencia a los actos de otras embajadas y otros “saraos” montados por el Estado receptor.

La diplomacia española tiene problemas estructurales tales como la escasez de medios y de personal y una mentalidad que, en mi humilde opinión, hace que sea más una diplomacia cerrada sobre sí mismo y con mentalidad decimonónica que una diplomacia realmente capacitada para afrontar los problemas de todo tipo que las relaciones internacionales en el siglo XXI se plantean.

Y aquí encontramos uno de los problemas estructurales de nuestro país: gastar solamente en lo que se ve y no en lo verdaderamente importante. La consecución de los objetivos en la política exterior, la existencia de un verdadero plan a largo plazo en este terreno y una apuesta decidida en un modelo verdaderamente serio de Servicio Exterior.

Ahora nos estamos dando cuenta de que la comunicación política de España es deficiente y que esta deficiencia está costando dinero, mucho dinero.

Archivado bajo:Celtiberia, Ciencias Políticas, Comunicación Política, Economía, Política, Política Internacional, Prensa
Posted originally: 2010-02-09 20:53:07

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