Cumpleaños


Cumpleaños
    Lo bueno de cumplir años es que la otra alternativa es morirse.  Siempre me ha gustado celebrar el día en que nací, pero también es cierto que a medida que cumplo años pienso que son muchos, y eso no me gusta. Creo que la edad física no corresponde a mi edad de ideas: [...]

 

 

Lo bueno de cumplir años es que la otra alternativa es morirse.

 Siempre me ha gustado celebrar el día en que nací, pero también es cierto que a medida que cumplo años pienso que son muchos, y eso no me gusta.

Creo que la edad física no corresponde a mi edad de ideas: tengo ganas de cambiar el mundo, de hacer tonterías, de apasionarme por todo, de enamorarme,  de soñar… siempre voy de ida jamás de vuelta. Tengo demasiadas esperanzas e ilusiones.

 Así que este domingo, como tenía el peso de la edad, del nuevo ciclo personal que empezará nuevamente el diez de mayo,  me ha dado por ordenar armarios. Pero ha sido distinto:

Siempre ordeno para tener las ideas claras, clasificar la ropa me hace tener una visión más objetiva de los momentos pero no llego más allá. Hoy en un arrebato de clarividencia he decidido vaciar armarios, desde los estantes hasta los altillos. Mi armario tiene tres metros de ancho por dos cincuenta de alto. Toda la ropa esparcida por el dormitorio, expuesta a ser guardada o donada o tirada, para comenzar a viajar con poco equipaje.

 Mis vaqueros de la treinta y ocho, esperando desde hace más de diez años volver a sentir mi piel…, aquellos vaqueros subieron a Calamocarro para dar talleres de salud, compartieron un viaje a Granada, se empaparon aquel día de otoño que me sentía tan triste que no noté que llovía a mares.

 El traje de chaqueta verde manzana, tan bonito, tan ideal, que lucía en las entrevistas de trabajo y en la Uned cuando nos entregaron los diplomas, era tan serio que todos creían que estudiaba Derecho.

 Aquella blusa anidada a la cintura que dejaba al descubierto el ombligo, qué manera tan irreverente de romper esquemas estéticos en los ochenta…

 El uniforme de azafata… ni con calzador podría entrar  ahora en él. Me recuerdo taconeando y marcando caderas por el puerto en un tiempo que fui feliz.

 El vestido de flores, con vuelo, que Pablo adoraba con tres años,  su mirada de admiración cuando lo llevaba era el mejor regalo.

 Aquella blusa de seda, nacida para lucir con perlas que yo me empeñaba en llevar con collares de madera. Esa blusa me acompañó la primera vez que di una conferencia sobre violencia de género.

 La cazadora rosa del primer día de campaña, un diez de mayo de hace tres años, y los zapatos con abalorios rosa que conjugaban con el pantalón negro.

 En fin, uno a uno  los fui guardando en las bolsas, esta vez no ocuparían el altillo sino que serán donados para que alguien los luzca, los venda o haga lo que quiera. Me han acompañado en momentos felices y en momentos tristes pero ya han cumplido su etapa conmigo.

Lo mejor de cumplir años es que sigues viva.

 



Posted originally: 2010-05-10 00:08:59

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