"Dicen 'un país de pandereta' con desprecio, cuando se trata de un instrumento increíble"
Kepa Junkera es un hombre fundido en un acordeón, su potente y negra trikitixa. Sus dedos gruesos pulsan las teclas con una intensidad programada, como si de una máquina conjunta de dos piezas se tratara. Sus pequeñas uñas, que han ido perdiendo espacio en sus dedos, curtidos en mil conciertos y ensayos, ya prácticamente son imperceptibles a simple vista. Lo que sí que ha ganado peso en sus dedos son las durezas propias de una trayectoria de 30 años pegado a un instrumento.
Kepa Junkera, durante uno de sus conciertos. EFE
Kepa Junkera es un hombre fundido en un acordeón, su potente y negra trikitixa. Sus dedos gruesos pulsan las teclas con una intensidad programada, como si de una máquina conjunta de dos piezas se tratara. Sus pequeñas uñas, que han ido perdiendo espacio en sus dedos, curtidos en mil conciertos y ensayos, ya prácticamente son imperceptibles a simple vista. Lo que sí que ha ganado peso en sus dedos son las durezas propias de una trayectoria de 30 años pegado a un instrumento.
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Posted originally: 2013-12-18 07:22:00