Si hay algo que un turista detesta es que los vendedores ambulantes le persigan sin tregua. Si encima no vienen solos, sino en hordas sucesivas, las vacaciones se vuelven una pesadilla. Y eso, precisamente, es lo que quiere evitar que ocurra el ayuntamiento de Cartagena de Indias, la joya por excelencia del Caribe colombiano.
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