Con la ausencia de Juan Carlos Navarro, Sergio Llull y Felipe Reyes que asistían al entierro del padre de este último, fallecido ayer, y el minuto de silencio que se guardó en su memoria antes del comienzo del choque, el ambiente, frío y desangelado, no invitaba a demasiadas cosas. Como era lógico, a los de Scariolo les costó entrar en el partido. Pero, a poco que lo hicieron, y sin necesitar ningún alarde, dieron cuenta fácilmente de la débil selección australiana (68-51).