«Las broncas eran por cualquier cosa, por nimia que fuera. La más gorda fue porque le dije que recogiera sus zapatillas. Fuera de sí, me dio patadas, empujones, me zarandeó y me lanzó contra la cama. Acabé en el hospital llena de golpes y moratones; fue el médico el que denunció, yo no podía... ¡Es mi hijo!». Ese es el relato de María (nombre ficticio), de 40 años, acerca de los malos tratos a los que era sometida por parte de su hijo mayor, al que llamaremos José, de 17 años.
De eso han pasado ya seis meses; ahora el joven cumple una medida de internamiento de un año en un centro de menores d...