¿Importancia?


¿Importancia?
Una de las entradas más leídas de este blog es una en la que se pone en cuestión la influencia de la Iglesia Católica y se mantiene que buena parte de su influencia efectiva se basa en el convencimiento de muchos de que realmente la tiene. Una forma de profecía autocumplida. En 1998 Juan Pablo [...]

Una de las entradas más leídas de este blog es una en la que se pone en cuestión la influencia de la Iglesia Católica y se mantiene que buena parte de su influencia efectiva se basa en el convencimiento de muchos de que realmente la tiene. Una forma de profecía autocumplida.

En 1998 Juan Pablo II visitó a Cuba, en uno de esos históricos viajes de entonces. Muchos pensaban que si el Papa iba a Cuba ‘era por algo’ y que esa visita suponía el comienzo de la caída de la dictadura comunista. Juan Pablo II no hablo claro, era lo normal, y todos los medios intentaron entresacar profundos mensajes de algún fragmento de las homilías papales.

El seguimiento de los medios fue grandioso y todos los analistas coincidían en que la visita del Papa a Cuba iba a suponer un antes y después en el régimen comunista. En 2012 Benedicto XVI vuelve a visitar Cuba y la única diferencia que se encuentra es que el Presidente del Consejo de Estado no es el Fidel Castro, sino Raúl Castro. Se han dado más cambios en la cumbre del Vaticano que en la de Cuba.

En Cuba todo sigue igual o todo sigue peor. La histórica visita de Juan Pablo II no dejó de ser un magno evento televisado. Las expectativas se frustraron no porque fueran altas y no se cumplieran en su totalidad, sino porque ninguna de ella se ha cumplido, ni la más humilde de ellas.

Benedicto XVI volvió con parecida áurea. No hubo reunión con la disidencia, ni un mínimo gesto para quienes dentro de la isla luchan por los derechos humanos y soportan la dureza represiva del régimen. Benedicto XVI se fue y si hay cambios en Cuba nada tendrán que ver con esta estancia.

No hay confundir ni épocas ni países. Las visitas de Juan Pablo II a su país de origen, Polonia, sí eran devastadoras para el régimen comunista. El Papa era polaco y el país profundamente católico y anticomunista. Sus celebraciones públicas eran auténticas manifestaciones contra el gobierno comunista y el directorio militar que comandaban el país, manifestaciones en un estado donde oponerse públicamente al régimen tenía graves consecuencias. Eran unas circunstancias peculiares que ni pueden ser trasladadas en el tiempo ni el espacio.


Filed under: América Latina, Benedicto XVI, Cuba, Iglesia Católica, Política, Política Internacional, Religión
Posted originally: 2012-04-09 10:30:20

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