Limitación de mandatos (I)

Hay temas que son recurrentes en nuestra dinámica política y uno de ellos es el de la limitación de mandatos, que parece estar ahora nueva y rutinariamente de actualidad. Desde hace mucho tiempo yo me he pronunciado en contra de la limitación de mandatos porque la considero inútil respecto de los objetivos que dice perseguir. [...]

Hay temas que son recurrentes en nuestra dinámica política y uno de ellos es el de la limitación de mandatos, que parece estar ahora nueva y rutinariamente de actualidad. Desde hace mucho tiempo yo me he pronunciado en contra de la limitación de mandatos porque la considero inútil respecto de los objetivos que dice perseguir.

Se dice que con la limitación de mandatos se consigue que se mantenga el pulso político y los mandatarios no se apoltronen en el poder, creándose una especie de inercia que realmente no hace nada sino seguir la corriente normal de los acontecimientos.

Otra de las finalidades de la limitación de mandatos es evitar que se creen redes de intereses y de clientelismo alrededor de alguien que ejerce el poder por años sin números. Parte de la presuposición de que el ejercicio prolongado del poder genera indefectiblemente corrupción.

¿Qué mandatos se quieren limitar?

Los cargos de elección popular son de varios tipos, así como otros cargos políticos. Podríamos pensar con limitar los cargos máximos en cada una de las administraciones (alcalde, presidente autonómico, presidente de la diputación o presidente del gobierno), pero quedaría todo un aparato político sin beneficiarse de las mieles de la limitación de mandatos.

Habría que plantearse si también deberían ser limitables otros cargos de elección popular como concejal, diputado autonómico, diputado o senador. También habría que limitar si solamente se refiere a los que su partido ejerce el gobierno o a los que sencillamente están en la oposición.

El último detalle que habría que pulir es si se puede pasar de un cargo a otro, es decir, si después de agotar mis mandatos como alcalde puedo pasar a ser senador por otros mandatos limitados o no.

La política, como todo en la vida, requiere práctica y dirigir administraciones públicas o ejercer la fiscalización de la oposición no se aprende en dos días y tampoco en un mandato (recomiendo la lectura de las memorias parlamentarias de Labordeta). La consecuencia de que siempre hubiera políticos que están empezando es que o bien serían dependientes de altos funcionarios (del tipo ‘Yes, Minister’), o bien serían guiados por grupos de interés que les harían ver las cosas como ‘deben ser’.

Los funcionarios y los técnicos son imprescindibles en la Administración, pero ellos no son quienes deban tomar las decisiones fundamentales, lo cual le corresponde en una democracia a personas elegidas por sus conciudadanos. Cualquier esfera de la realidad es tan compleja que sin un mínimo de bagaje cualquier persona estaría absolutamente perdida.

¿A quiénes les limitamos los mandatos?

Esta pregunta puede parecer baladí. La mayoría de las personas pensará que la limitación debe ser personal, es decir, a un político concreto y no a unas ideas o a un partido político. Pero a veces he tenido la sensación de que lo que se quería es limitar el mandato de un partido no por el resultado de las urnas sino por la una norma.

Los partidos políticos europeos, con la excepción de la derecha francesa, no son comparables a los norteamericanos. Los partidos europeos son maquinarias estables que, con mayor o menor acierto, saben regenerarse y darle solución a la salida de personas. Los políticos se van, pero los partidos se quedan con sus ideas y programas, de forma que eliminar la posibilidad de reelegir a un político, personalmente, para que permanezca su partido, es bastante absurda.

Para más inri hay que señalar que, cuando alguien es excesivamente poderoso, la limitación de mandatos le da igual, porque o bien la abroga y se permite su reelección, o bien pone una marioneta y ocupa un lugar sólo formalmente secundario.

No hemos de olvidar  que limitar los mandatos es una forma de restringir el derecho al voto, porque prohibimos a los ciudadanos reelegir a alguien que algunos o muchos querrían que continuase. Y éste es el gran obstáculo. Pero ya entender la limitación como una especie de ‘alternancia a la fuerza’ es una subversión de la democracia.


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Posted originally: 2010-10-17 20:35:21