El Madrid pide hora. Sin milagro de Osasuna, la semana que viene le esperará el Barça y otra vez se paralizará el universo. En Málaga, el Madrid apagó la luz en el primer tiempo, en el que se limitó a mantener la mirada, y luego, con menos corsé táctico, se impuso a un rival que compitió hasta donde pudo. Hasta que su portero sufrió un accidente y Benzema, tocado por las hadas en estos tiempos, hizo bingo con un disparo de uña. Suficiente para este Madrid gestor; inalcanzable para un Málaga que aún necesita algo más que jeques. El fútbol no se compra en un día. Lleva su tiempo, si hay paciencia.