Las gradas del Camp Nou presentaron cierto aspecto desnutrido por la falta de aficionados, por más que la llamada fuera notoria. No faltaron las habituales pancartas de
Catalonia is not Spain o
Independencia países catalanes, pero el estadio perdió varios tonos de voz, a media entrada como estaba. El juego sobre el césped, sin embargo, resultó de lo más sugerente con dos equipos intensos, de buen toque y mejor presencia. Lejos de los cánones que definen una pachanga. Era un partido cargado de tintes futbolísticos y se lo llevó Cataluña, que desarticuló a Argentina con el balón entre los pies.