La titularidad de Di María como cerebro creativo del Real Madrid supuso el punto de inflexión de Ozil. El argentino le quitó el liderazgo futbolístico en diciembre, antes de lesionarse. El alemán supo que así no podía seguir. No era el mismo de la temporada pasada, cuando anotó diez goles. Argumentaba que el trabajo defensivo que le exige Mourinho le impedía rendir al mejor nivel en la faceta ofensiva. Ni hacía bien la labor destructiva ni llegaba para construir el contragolpe.
El entrenador le sentó en el banquillo. Era la advertencia. Mesut cambió. No podía hundirse. Y volvió a ser el de an...