Sexo en Nueva York
Hace más de diez años un amigo especial, con el que cenaba una vez al mes y nos contábamos como nos iba la vida me habló de esta serie. Decía que me imaginaba en ese mundo con mis amigas elaborando y elucubrando mientras la ciudad y las circunstancias nos devoraban a nosotras Él la veía en un canal de pago y el titulo Sexo en Nueva York” no me seducía nada.
Tres o cuatro años más tarde una amiga me contaba las maravillas de un consolador que había promocionado esta serie..
Fue Maria, enganchada , quién se grabó todas las temporadas con todos sus capítulos y se la presentó a Mercedes, que al poco tiempo vivía, dormía y soñaba con la serie que comentaban en nuestras reuniones semanales.
Mi hijo me habló de ella, y yo sin conocerla le dije que no tenía nada en común con neoyorquinas de treintaitantos, que se gastan una pasta en zapatos y no tenían tripa.
Tuvo que venir mi tele nueva, mis ganas de arrinconarme en el sofá para asomarme a la serie.
Y pasando por alto los manolos, el sexo fácil de algunas, las mojigaterías de otras,.la facilidad de escribir de la protagonista algo me contagió las ganas de verla
El capitulo donde se aborda la maternidad, la realidad de abortar o no, me llenó de empatía femenina, por no hablar del descubrimiento de una de ellas de un cáncer de mama y las sesiones de quimioterapia, pasando por pérdida de pelo y el dolor mucho, dolor . Aquello era sororidad, neoyorquina, pero sororidad al fin y al cabo
Empecé a verla como me gusta ver el mundo, con ojos nuevos. Las tribulaciones del amor, sus complicaciones y sus demonios, sus bendiciones, sus contradicciones y sus alegrías Y ellas allí apoyándose en cualquier circunstancia., mujeres luchando por su lugar y por su derecho a andar libres. Como ocurre en cualquier lugar de la tierra.
Eso pasaba en la Gran Manzana pero estoy segura y sé que también pasa en la ciudad de los contrastes.